domingo

ALBERT HOFMANN - LSD: CÓMO DESCUBRÍ EL ÁCIDO Y QUÉ PASÓ DESPUÉS EN EL MUNDO (34)

 

 Viaje al cosmos del alma (2)

 

Danza de las almas al viento (0,075 mg de LSD, 23 de junio de 1961, 13’00 horas). (2)

 

Hasta ese momento no había tenido la sensación de estar embriagado ni mucho menos. Lo que experimentaba era más bien una paulatina extinción espiritual. No tiene nada de terrible pero puedo imaginarme que en la fase de transición de ciertas enfermedades mentales -claro que distribuido a lo largo de períodos más prolongados- ocurre un proceso parecido: mientras siga habiendo un recuerdo a la anterior existencia propia en el mundo humano, el enfermo que ha perdido los puntos de contacto con ese mundo aun puede orientarse (mal o bien) en el mismo; pero luego, cuando los recuerdos van evanesciendo y finalmente desaparecen, pierde esa capacidad por completo.

 

Poco después de haber entrado a mi habitación, la “insensibilidad vidriosa” desapareció. Me senté mirando una ventana y quedé fascinado de inmediato: las hojas de la ventana estaban abiertas de par en par, mientras que las cortinas de tul transparentes estaban cerradas, y ahora una suave brisa jugueteaba con estos velos y con las siluetas de las plantas de las macetas y las enredaderas en la cornisa; la luz del sol dibujaba estas figuras en las cortinas ondulantes. Este espectáculo me cautivó por entero. Me “hundí” en él, y ya no veía más que este suave e incesante ondear y mecerse de las sombras de las plantas en el sol y el viento. Sabía “de qué” se trataba, pero le busqué un nombre, una fórmula, la “palabra mágica” que yo conocía -y la encontré: DANZA DE LA MUERTE, DANZA DE LAS ALMAS… Esto era lo que me mostraban el viento y la luz en el velo de tul. ¿Era terrible? ¿Tenía yo miedo? Quizás… al comienzo. Pero luego me invadió una gran placidez, y oí la música del silencio, y también mi alma bailaba con las sombras redimidas al son de la flauta del viento. Sí, ya comprendía: esta es la cortina y ella misma, esta cortina, ES este arcano, eso “último” que esconde. ¿Por qué, entonces, desgarrarla? Quien lo hace, sólo se desgarra a sí mismo. Porque “detrás”, detrás de la cortina, no hay “nada”…

 

Pólipo de la profundidad (0,150 mg de LSD, 15 de abril de 1961, 9’15 horas). (1)

 

Comienzo del efecto ya después de unos treinta minutos con fuerte excitación, temblor en las manos, escalofríos en la piel, gusto a metal en el paladar.

 

10’00  “El entorno de la habitación se transforma en ondas fosforecentes, que parten     de mis pies y recorren también mi cuerpo. La piel -y sobre todo los dedos de los pies- están como eléctricamente cargados; una excitación aun creciente sin cesar impide todo pensamiento claro…”.

10’20 “No hallo palabras para describir mi estado actual. Es como si “otro”, una persona totalmente ajena a mí, se apoderara de mí parte por parte. Tengo enormes dificultades para escribir (¿estoy “reprimido” o “deprimido”? ¡No lo sé!

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+