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PETER BROOK - EL ESPACIO VACÍO (62) Arte y técnica escénica


Arte y técnica escénica

EL TEATRO INMEDIATO (13)


La tarea más difícil para un actor es ser sincero y al mismo tiempo mantenerse distante; al actor se le ha dicho incontables veces que lo único que necesita es sinceridad. El tono moral de la palabra origina gran confusión. En cierto modo, el más acusado rasgo de los actores de Brecht es el grado de su insinceridad. Sólo esa distanciación hará ver al actor sus propios clisés. La palabra sinceridad contiene una peligrosa trampa. En primer lugar, el actor joven descubre que su trabajo es tan exigente que le impone ciertas habilidades. Por ejemplo, ha de hacerse oír, su cuerpo ha de supeditarse a sus deseos, debe dominar su tiempo escénico, no ser esclavo de fortuitos ritmos. Busca, por lo tanto, una técnica, y pronto adquiere pericia. Dicha pericia puede convertirse fácilmente en orgullo y en un fin por sí misma. Pasa a ser destreza sin otra finalidad que su propia-exhibición; en otras palabras, el arte se hace insincero. El actor joven observa la insinceridad del veterano y siente aversión. Busca la sinceridad, palabra cargada de matices; al igual que el término limpieza, lleva consigo recuerdos infantiles de bondad y decencia. Parece un buen ideal, un objetivo mejor que el de adquirir cada vez más técnica, y, como la sinceridad es un sentimiento, siempre puede uno decir cuándo es sincero. Hay, pues, una senda a seguir; se puede alcanzar la sinceridad mediante la dedicación, “dándose” emocionalmente, con honradez y, como dicen los franceses, “metiéndose en el baño”. Por desgracia, es fácil que el resultado equivalga a la peor clase de interpretación. En cualquiera de las demás artes, por muy a fondo que se llegue en el acto de crear, siempre es posible separarse y observar el resultado. Cuando el pintor retrocede del caballete pueden operar en su interior otras potencias que le advierten de sus excesos. La cabeza del pianista está físicamente menos comprometida que sus dedos y, aunque el artista se halle “arrebatado” por la música, su oído mantiene un grado de desapego y de control objetivo. El arte interpretativo es en muchos aspectos único en sus dificultades, ya que el medio expresivo del actor es el traicionero, mudable y misterioso material de sí mismo. Se le pide que se comprometa por completo y al mismo tiempo que se distancie: despego sin despego. Ha de ser sincero e insincero: debe practicar cómo ser insincero con sinceridad y cómo mentir con verdad. Esto es casi imposible, pero es esencial y fácilmente se pasa por alto. Con demasiada frecuencia los actores montan su trabajo con restos de doctrina, no por culpa suya sino por la influencia de las mortales escuelas que existen en todo el mundo. El gran método de Stanislavsky, que por primera vez consideraba todo el arte interpretativo desde el punto de vista de la ciencia y del conocimiento, ha hecho tanto daño como bien a muchos jóvenes actores, que lo leen mal en detalle y lo más que llegan es a aborrecer la impostura. Después de Artaud, los igualmente significativos textos de Artaud, medio leídos y digeridos en una décima parte, han llevado a la ingenua creencia de que el compromiso emocional y la auto exposición sin vacilaciones son las cosas que verdaderamente cuentan. A esto hay que agregar en fecha reciente los fragmentos de Grotowski, mal asimilados y comprendidos. Existe ahora una nueva forma de interpretación sincera que consiste en vivirlo todo a través del cuerpo. Es una especie de naturalismo. En este, el actor intenta sinceramente imitar las emociones y actos de la vida cotidiana y vivir su papel. En ese otro naturalismo el actor se entrega tan completamente como en el anterior para vivir por entero su conducta irreal. Y se engaña. Debido a que el tipo de teatro con el que se halla asociado parece oponerse al naturalismo pasado de moda, cree que también él se encuentra lejos de este despreciado estilo. Lo cierto es que enfoca el paisaje de sus propias emociones con la misma convicción de que ha de reproducirse fotográficamente todo detalle. El resultado es a menudo blando, fofo, excesivo y no convincente.

Hay grupos de actores, en particular en Estados Unidos, que se alimentan de Genet y Artaud y que desprecian toda forma de naturalismo. Se sentirían muy indignados si se les calificara de naturalistas y, sin embargo, eso es precisamente lo que limita su arte. Poner en tensión hasta la última fibra de uno puede parecer un modo de compromiso total, pero cabe que la verdadera exigencia artística sea todavía más rigurosa y requiera menos manifestaciones u otras completamente distintas. Para entender esto hemos de pensar que al lado de la emoción siempre hay un papel para una inteligencia especial, que no está allí al comienzo, pero que ha de desarrollarse como instrumento selecto. Existe una necesidad de distanciamiento, en particular, al igual que se necesitan ciertas formas, todo ello difícil de definir, si bien imposible de pasar por alto. Por ejemplo, los actores aparentan luchar con total abandono y genuina violencia. Todo actor está dispuesto a interpretar escenas de muerte, y a ellas se lanza con tal abandono que no se da cuenta que no sabe nada en absoluto sobre la muerte.

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