sábado

CLARISSA PINKOLA ESTÉS - DESATANDO A LA MUJER FUERTE (31)


MUCHOS TIPOS DE PRISIONES:
LA MUJER QUE QUEDA AL ÚLTIMO
“NUESTRA SEÑORA
DETRÁS DEL MURO”

Cómo la herida generacional de ser despojados de
la Madre provoca que generaciones subsiguientes
vivan agachadas como si aun los estuvieran
aplastando cuando ahora son, de hecho, libres (2)

En el trabajo postraumático a veces nos referimos quienes temen y alaban a sus opresores como personas con el “síndrome de Estocolmo” (debido a una brutal situación de rehenes en Suecia en 1973, donde las víctimas fueron amenazadas de muerte y comenzaron a creer irracionalmente -ya que sus mentes habían sido llevadas hasta el punto de quiebre- que en realidad sus captores estaban siendo bondadosos con ellos al no matarlos).

Fuera cual fuese el mecanismo de supervivencia que aprendió un grupo o individuo abusado para seguir vivo bajo coacción extrema, si después no se atendió seriamente para sanar el “yo verdadero” y a restaurar lo santo como cada quien lo entienda, con frecuencia a los hijos también se les enseñan los extraños modales de hacer reverencias y humillarse. A menudo se les dice que no hablen de esas cosas, pues el truama original no se trató en profundidad; no se llevó a cabo ni se cumplió algún regreso al sentido pleno del yo en el padre o la madre. El “yo verdadero” no le teme a otros seres humanos; al contrario, sólo teme no escuchar o no honrar su propia alma y sus propios sentidos de lo santo, el impulso creativo y sus propias Personas Santas.

Pero la herida que queda cuando se arrebata la imago santa del “sentido sagrado de la madre interior”, de una enorme fuerza de sanación en este mundo, la Santa Madre, capaz de ayudar y cuidar todo sin tratar de empequeñecerse a uno… pues esas heridas pueden ser como un pozo profundo con bordes muy frágiles. Se precisa ayuda. Hay que proporcionar escaleras. Se necesitan voces que animen: “Tú puedes hacerlo”; manos que apoyen. Hace falta alguien con una pizca o con gran entendimiento de lo santo que pueda dirigir los aleluyas mientras uno vuelve gradualmente al “yo verdadero”.

Así, en mayor o menor parte lo que ayudará a restaurar a la Madre en la psique, donde su santuario fue arrasado, viene de ser resacralizado en la comunidad, en la cultura, en uno mismo; es decir, que vuelva a consagrarse a todo lo que es santo. Esto se puede llevar a cabo con un ritual de su elección. El propósito del ritual sería que uno pudiera no sólo ver a través de los ojos mundanos, sino de nuevo a través de la vista sagrada, de nuevo a través de la audición sagrada, del tacto sagrado, del canto sagrado, de las fragancias sagradas, de los esfuerzos sagrados, colores sagrados, palabras sagradas, trabajos sagrados… toda la sutileza y fuerza que viene de lo Sagrado, que ahora se practica a diario y se restaura gradualmente.

Es cierto que el comportamiento irracional de enaltecer a los invasores y temer alzar la voz desde el yo verdadero puede continuar la herencia de “la herida generacional”. Pero nada más se necesita a un hijo o un padre, un alma en cualquier generación, para detener ese legado, rescatar de formas nuevas y viejas lo sagrado, y en cambio entregarlo restaurado. Esta será aquella persona que tenga un poquito más de conciencia que otros de su familia; alguien que gentil y decididamente se rehúsa a asumir la herida familiar sin sanarla de una vez por todas. Este será quien se levante por primera vez en generaciones con una voz plena de justicia, un corazón pleno de amor, un alma plenamente generosa y sabia, sin agacharse, con la audaz certeza de que lo Santo es un derecho de nacimiento para todos, y será quien le enseña a sus hijos a hacer lo mismo. Los rituales para conseguir esto van de la mano con hablar verdades hermosas, hacer rituales de purificación y de reconsagración, y muchos a estos sus propias ornamentaciones, palabras y acciones inspiradoras, que tienen significado para ellos.

Una vez restaurado el sentido de lo sagrado, que puede ser y será restaurado para quienes lo buscan con corazón sincero, es posible la recuperación total de la Santa Madre de las maneras que mejor entienda cada quien, las más humildes y que más cambien la vida. ¿Y cómo empezar? Haz tu trabajo a conciencia, sigue haciéndolo. Trabaja con los que tienes enfrente y te conocen, que te quieren y tienen cerca a la Santa Madre. Sigue adelante. ¿Y en cuanto a los que quieren borrar a la Santa Madre? Si te preguntan con qué empresa estás, muestra reserva, ofrece una sonrisa tranquila y di: “Estoy con Ella”.

Aquí está también un prayercito, una pequeña oración-bendición que ahora desearía pronunciar sobre ustedes, un prayercito que escribí hace años en medio de algunos de los desafíos más difíciles de mi propia vida. Se lo ofrezco como sanación, no importa qué muros los rodeen a sus seres amados, no importa qué devastaciones hayan ocurrido, no importa dentro de qué prisiones hayan sido arrojados, sin importar dónde estén encerrados sus seres amados, sin importar nada.

Es este. A ustedes los colocaría dentro del círculo de la corona de hojas verdes y flores blancas de Nuestra Señora que rodea su Inmaculado Corazón, y luego muy suavemente diría estas palabras sobre sus corazones quizás cansados, sus espíritus desaliñados, y sus almas sinceras y radiantemente perdurables: recuerden, ningún muro contra lo Sagrado nos puede alejar de lo Sagrado.

Solo las cosas recordadas
con Amor,
son Reales.
Solo los actos recordados
con Amor
son Reales.
Solo las Almas recordadas
con Amor
son Reales.

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