martes

CHARLES BUKOWSKI - JAMÓN Y CENTENO (LA SENDA DEL PERDEDOR) - 26


23 (1)

En el instituto Justin, la clase de biología era un embole. El profesor era el señor Stanhope, un veterano de unos 55 años que dominábamos como queríamos. En la clase había una chiquilina muy desarrollada que se llamaba Lilly Fischman. Tenía unas tetas enormes y un culo divino que bamboleaba al caminar sobre sus tacos altos. Era espectacular, y se pasaba hablando y manoseándose con todos los muchachos.

Todos los días pasaba lo mismo. Nunca aprendíamos nada de biología. Stanhope se ponía a hablar y a los diez minutos Lilly decía:

-¡Señor Stanhope, vamos a hacer un número!

-¡No!

-¡Pero señor Stanhope!

Entonces se acercaba a la tarima y se inclinaba dulcemente sobre el veterano para murmurarle algo.

-Bueno, está bien… -decía él.

Entonces Lilly empezaba a cantar y a moverse. Siempre empezaba con “The Lullaby of Broadway”, y después hacía otros números. Era espectacular, ardiente, abrasadora, y nos enloquecía. Era como una mujer mayor recalentándonos a Stanhope y a todos nosotros. Era maravilloso. El viejo Stanhope se babeaba. Nosotros nos reíamos y azuzábamos a Lilly. La cosa duró hasta que un día el señor Lacefield, el director, entró de golpe en la clase.

-¿Pero qué pasa aquí?

Stanhope se quedó duro y no pudo ni hablar.

-¡Esta clase queda suspendida! -gritó Lacefield.

Y mientras salíamos dijo:

-¡Y en cuanto a usted, señorita Fischman, preséntese inmediatamente en mi oficina!

Por supuesto que después de aquello nadie se preocupó por estudiar biología. Las cosas funcionaron hasta que el señor Stanhopen nos puso el primer examen.

-Mierda -gritó Peter Mangalore-. ¿Y ahora qué hacemos?

Peter era el que tenía la que medía 22 centímetros sin pararse.

-Vos nunca vas a tener que trabajar para vivir -dijo un muchacho que se parecía a Jack Dempsey-. Esto es un problema nuestro.

-Tendríamos que incendiar la escuela -dijo Red Kirkpatrick.

-Carajo -gritó uno desde el fondo de la clase-, cada vez que me encajan una suspensión mi viejo me arranca una uña.

Entonces nos pusimos a mirar las hojas del examen. Yo pensé en mi padre. Y después en Lilly Fischman. Lilly Fischman, pensé, sos una puta podrida que nos vas a mandar al infierno con tus numeritos.

Stanhope nos miraba.

-¿Por qué no nadie contesta las preguntas? ¿Tienen lápices?

-Sí, sí, todos tenemos lápices -dijo uno de los muchachos.

Lilly estaba sentada en la primera fila, frente a la mesa de Stanhope. De golpe vimos cómo abría el libro de biología y buscaba la respuesta a la primera pregunta. Había que hacer eso. Y mientras todos abríamos los libros Stanhope seguía allí sentado, mirándonos. No sabía qué hacer. Empezó a decir algo y a los cinco minutos se levantó de un salto y empezó a caminar por el pasillo central.

-¿Qué están haciendo? ¡Cierren los libros! ¡Cierren los libros!

Y cuando él pasaba al lado nuestro cerrábamos los libros y enseguida los volvíamos a abrir.

Baldy se reía al lado mío.

-¡Qué pelotudo! ¡Qué viejo pelotudo!

Yo sentí un poco de pena por Stanhope, pero era él o nosotros. El viejo terminó sentándose atrás del escritorio y gritó:

-¡O cierran los libros o suspendo a toda la clase!

Entonces Lilly Fischman se levantó para levantarse la pollera y ajustarse la liga de una de sus medias de seda, dejando al descubierto la carne blanca. Después se ajustó la otra media. Nosotros nunca habíamos visto nada igual, y Stanhope tampoco. Cuando Lilly se sentó nos pusimos a contestar las preguntas con los libros abiertos. Stanhope quedó completamente derrotado detrás de su escritorio.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+