martes

LA PATRIA Y LA TUMBA (3) - RICARDO AROCENA


crónica ficcionada del golpe de estado y de la Huelga General

Pero no todos los invitados se han puesto trascendentes. En el otro extremo de la sala, un grupo de productores rurales amigos del novio, está eufórico porque la subasta de Aberdeen Angus de esa misma tarde tuvo total éxito y los precios de la lana han estado subiendo en el mercado internacional, pero además y por sobre todo, por la alegría de Alberto, con quien prácticamente se han criado. Por eso bromean y brindan a su salud, a la vez que le gritan alguna cosa cada vez que lo ven pasar cerca…, pero cuando por un momento gana el silencio, Julio Muñoz, el más extrovertido del grupo, bajando la voz y en tono serio, comenta que el senador y líder nacionalista Wilson Ferreira Aldunate quiere denunciar los ataques armados ocurridos hace unos pocos días, durante un acto del Partido Nacional, adonde fue agraviado con unos volantes realizados en la Imprenta de la Fuerza Aérea.

-Yo estaba y no hablo por boca de ganso, cuando terminaba el acto, estallaron petardos y armas de fuego entre la gente. Y cuando fuimos a detener a los provocadores, la policía impidió que lo hiciéramos -agregó punzante.

Se apresta a seguir hablando, es consciente de que ha ganado la atención de sus amigos, pero uno de ellos le hace un guiño y guarda silencio. Hasta el grupo llega el empresario calvo, del que bien conocen su forma de pensar y sus vínculos con el gobierno.

***

En un bar a una cuadra de la Facultad de Arquitectura, Cristina y José hacen planes. Desde hace poco más de un año viven juntos en una Pensión estudiantil cercana, adonde los condujo los contados recursos con los que cuentan y por sobre todo una fuerte pasión. Ella es una popular militante universitaria, llegada del interior y él un técnico electricista recién egresado en la Universidad del Trabajo, adonde también militó activamente. En realidad, si se les preguntara, tanto el uno como el otro se definirían a sí mismos antes que nada como militantes revolucionarios: tienen claro que ese es el centro de sus vidas, lo que los une, más allá de cualquier otra opción personal. Están sentados en el fondo del Bar y Juan intenta convencer a Cristina de que lo acompañe a la única función del Teatro Gómez de la Matriz, que pondrá en escena una obra del dramaturgo Peter Hanke. Y para lograrlo lee un artículo publicado en un diario de la mañana.

-“Es una serie de cuadros cuyo alineado desarrollo muestra las sucesivas etapas de una relación condicionada por lazos de sometimiento y jerarquía social”.

No es que quiera escapar al momento histórico que el país está viviendo, todo lo contrario, pero Hanke lo entusiasma y además presiente que en el futuro no serán muchas las oportunidades de compartir con su pareja. Pero ella prefiere conversar y lo interrumpe con temas del momento que a los dos involucran.

-Creo que la ola de rumores de estos últimos días intenta enturbiar el clima en la enseñanza.

Juan se da cuenta que no hay ambiente como para insistir y luego de unos segundos, agrega:

-Me dejé engañar… Fui hasta El Popular convencido de que estaban velando a uno de  los estudiantes que hirieron la semana pasada en el Liceo Rodó y resultó ser mentira. No dudo de que otros en la UTU creyeron lo mismo.

-Por fortuna no murió nadie del Liceo Rodó. Pero ayer, en el Paraninfo de la Universidad, el Encuentro Nacional de Estudiantes exigió la libertad de los compañeros detenidos y amenazó con que no estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de sanción, como pretende el Consejo Nacional de Educación.

Hacía una semana el Liceo Rodó había sido tiroteado por el Movimiento Nacionalista Renovador, un movimiento de ultraderecha, pero en lugar de procesarse a los que atentaron el edificio, entre ellos un policía que disparó al montón en el patio del recreo, fueron inculpados una decena de estudiantes, integrantes del gremio.

-Los fachos están con viento en la camiseta. Vengo del Miranda, adonde pegaron afiches con amenazas y me contaron que antes del acto del ENE, algunos estudiantes fueron amenazados con armas de fuego. Pero además dijeron que si eran denunciados pondrían una bomba en los domicilios de la familia de cada compañero.

Jóvenes, aunque a esa altura viejos militantes, no les extraña la escalada, pero presienten que lo que está por acaecer no es la mera continuación de lo que desde hace años vienen viviendo. En los barrios, en las facultades y en las fábricas, corre el rumor de la inminencia del golpe. Pero José y Cristina están juntos, se sienten fuertes y nada los arredra. Al contrario, los rumores les hace bullir la sangre y el desafío los incentiva. En los últimos días han escuchado la palabra “resistir” en boca de gente con más experiencia y hasta han visto pintada la palabra en alguna pared.

Repentinamente un grupo de hombres vestidos con gabardinas irrumpe en el bar y ni bien notan la presencia en el fondo de la pareja, no dudan en dirigirse a ella. El más alto, ordena a otro que tiene al lado:

-Pídales documentos… Y que digan quiénes son y qué están haciendo acá.

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