crónica ficcionada del golpe de estado y de la Huelga General
Pero no todos los invitados se han puesto
trascendentes. En el otro extremo de la sala, un grupo de productores rurales
amigos del novio, está eufórico porque la subasta de Aberdeen Angus de esa
misma tarde tuvo total éxito y los precios de la lana han estado subiendo en el
mercado internacional, pero además y por sobre todo, por la alegría de Alberto,
con quien prácticamente se han criado. Por eso bromean y brindan a su salud, a
la vez que le gritan alguna cosa cada vez que lo ven pasar cerca…, pero cuando
por un momento gana el silencio, Julio Muñoz, el más extrovertido del grupo,
bajando la voz y en tono serio, comenta que el senador y líder nacionalista
Wilson Ferreira Aldunate quiere denunciar los ataques armados ocurridos hace
unos pocos días, durante un acto del Partido Nacional, adonde fue agraviado con
unos volantes realizados en la Imprenta de la Fuerza Aérea.
-Yo estaba y no hablo por boca de ganso,
cuando terminaba el acto, estallaron petardos y armas de fuego entre la gente.
Y cuando fuimos a detener a los provocadores, la policía impidió que lo
hiciéramos -agregó punzante.
Se apresta a seguir hablando, es
consciente de que ha ganado la atención de sus amigos, pero uno de ellos le
hace un guiño y guarda silencio. Hasta el grupo llega el empresario calvo, del
que bien conocen su forma de pensar y sus vínculos con el gobierno.
***
En un bar a una cuadra de la Facultad de
Arquitectura, Cristina y José hacen planes. Desde hace poco más de un año viven
juntos en una Pensión estudiantil cercana, adonde los condujo los contados
recursos con los que cuentan y por sobre todo una fuerte pasión. Ella es una
popular militante universitaria, llegada del interior y él un técnico
electricista recién egresado en la Universidad del Trabajo, adonde también
militó activamente. En realidad, si se les preguntara, tanto el uno como el
otro se definirían a sí mismos antes que nada como militantes revolucionarios:
tienen claro que ese es el centro de sus vidas, lo que los une, más allá de
cualquier otra opción personal. Están sentados en el fondo del Bar y Juan
intenta convencer a Cristina de que lo acompañe a la única función del Teatro
Gómez de la Matriz, que pondrá en escena una obra del dramaturgo Peter Hanke. Y
para lograrlo lee un artículo publicado en un diario de la mañana.
-“Es una serie de cuadros cuyo alineado
desarrollo muestra las sucesivas etapas de una relación condicionada por lazos
de sometimiento y jerarquía social”.
No es que quiera escapar al momento
histórico que el país está viviendo, todo lo contrario, pero Hanke lo
entusiasma y además presiente que en el futuro no serán muchas las
oportunidades de compartir con su pareja. Pero ella prefiere conversar y lo
interrumpe con temas del momento que a los dos involucran.
-Creo que la ola de rumores de estos
últimos días intenta enturbiar el clima en la enseñanza.
Juan se da cuenta que no hay ambiente como
para insistir y luego de unos segundos, agrega:
-Me dejé engañar… Fui hasta El Popular
convencido de que estaban velando a uno de
los estudiantes que hirieron la semana pasada en el Liceo Rodó y resultó
ser mentira. No dudo de que otros en la UTU creyeron lo mismo.
-Por fortuna no murió nadie del Liceo
Rodó. Pero ayer, en el Paraninfo de la Universidad, el Encuentro Nacional de
Estudiantes exigió la libertad de los compañeros detenidos y amenazó con que no
estaba dispuesto a aceptar ningún tipo de sanción, como pretende el Consejo
Nacional de Educación.
Hacía una semana el Liceo Rodó había sido
tiroteado por el Movimiento Nacionalista Renovador, un movimiento de
ultraderecha, pero en lugar de procesarse a los que atentaron el edificio,
entre ellos un policía que disparó al montón en el patio del recreo, fueron
inculpados una decena de estudiantes, integrantes del gremio.
-Los fachos están con viento en la
camiseta. Vengo del Miranda, adonde pegaron afiches con amenazas y me contaron
que antes del acto del ENE, algunos estudiantes fueron amenazados con armas de
fuego. Pero además dijeron que si eran denunciados pondrían una bomba en los
domicilios de la familia de cada compañero.
Jóvenes, aunque a esa altura viejos
militantes, no les extraña la escalada, pero presienten que lo que está por
acaecer no es la mera continuación de lo que desde hace años vienen viviendo.
En los barrios, en las facultades y en las fábricas, corre el rumor de la
inminencia del golpe. Pero José y Cristina están juntos, se sienten fuertes y
nada los arredra. Al contrario, los rumores les hace bullir la sangre y el
desafío los incentiva. En los últimos días han escuchado la palabra “resistir”
en boca de gente con más experiencia y hasta han visto pintada la palabra en
alguna pared.
Repentinamente un grupo de hombres
vestidos con gabardinas irrumpe en el bar y ni bien notan la presencia en el
fondo de la pareja, no dudan en dirigirse a ella. El más alto, ordena a otro
que tiene al lado:
-Pídales documentos… Y que digan quiénes
son y qué están haciendo acá.
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