domingo

JAMES GEORGE FRAZER - LA RAMA DORADA (11)


2. MAGIA HOMEOPÁTICA O IMITATIVA (1)


Quizá la aplicación más familiar del postulado “lo semejante produce lo semejante” es el intento hecho por muchas gentes en todas las épocas para dañar o destruir a un enemigo, dañando o destruyendo una imagen suya, por creer que lo que padezca esta imagen será sufrido por el enemigo y que cuando se destruya su imagen él perecerá. Daremos aquí unos cuantos ejemplos, de entre muchos, para probar la extensa difusión alcanzada por esta práctica en el mundo y su notable persistencia a través de las edades. Hace miles de años fue conocida por los hechiceros de la India antigua, Babilonia y Egipto, así también como por los de Grecia y Roma; aun hoy día, recurren todavía a ella los salvajes arteros y perversos de Australia, África y Escocia. Por ejemplo se nos cuenta que los indios norteamericanos creen que dibujando la figura de una persona en la arena, arcilla o cenizas, y también considerando cualquier objeto como si fuera su cuerpo, y después clavándolo con una estaca aguzada o haciéndole cualquier otro daño, infligirán una lesión correspondiente a la persona representada. Cuando un indio ojebway desea hacer daño a alguien, hace una imagen pequeña de madera de su enemigo y le clava una aguja en la cabeza o en el corazón, o le dispara una flecha, creyendo que cuando pincha o agujerea la imagen siente su enemigo en el mismo instante un dolor terrible en la parte correspondiente de su cuerpo, cuando intenta matarlo resueltamente, quema o entierra el muñeco, pronunciando mientras lo hace ciertas palabras mágicas. Los indios del Perú moldean figuritas de sebo mezclado con grano, dándoles el mejor parecido posible con las personas que odian o temen, y después queman las efigies en el sendero por donde las supuestas víctimas han de pasar. Dan a esta operación el nombre de quemar su alma.

Un maleficio malayo de la misma clase consiste en recoger recortes de uñas, pelo, pestañas, algo de saliva y otras cosas parecidas de la futura víctima, suficientes para representar las diversas partes de su persona; después se hace, con todo eso y cera de una colmena abandonada, una figurita semejante a ella, que se tuesta lentamente sobre una lámpara durante siete noches mientras se dice:

No es cera esto que estoy oscarrando;
es el hígado, el corazón y el bazo de fulano de tal lo que socarro.

Después de transcurrir la séptima noche, se quema del todo la figura; la víctima morirá. Es evidente que en este maleficio se combinan los principios de la magia homeopática y de la contaminante, puesto que el muñeco está hecho a imagen, en cierto modo, del enemigo, y contiene materiales que estuvieron en contacto con él, principalmente sus uñas, pelo y saliva. Otra forma de embrujamiento malayo, que recuerda más estrechamente la práctica de los ojebway, es hacer, con cera de una colmena abandonada, una figura de un pie de longitud, que representa al enemigo muerto; después se pinchan los ojos de la imagen y el enemigo queda ciego; se hiere el estómago y enferma; se pincha la cabeza y siente dolor de cabeza; se taladra el pecho y enferma del pecho. Si se quiere matar al enemigo a toda costa, se atraviesa su imagen de los pies a la cabeza, se le amortaja como si fuera un cadáver, se reza sobre ella cual si se estuviera rezando por un muerto y después se la entierra en medio del sendero por donde el enemigo ha de pasar. Con objeto de que la sangre no caiga sobre la propia cabeza, se debe decir:

Yo no soy el que está enterrándole:
es Gabriel el que le está enterrando.

De ese modo, la culpabilidad del crimen recaerá sobre los hombros del arcángel Gabriel, que está mucho más capacitado para soportar ese peso.

Si la magia homeopática o imitativa, utilizando las figuritas, se ha practicado a menudo con el rencoroso propósito de arrojar fuera de este mundo a las gentes aborrecidas, también, aunque más raramente, se ha empleado con la buena intención de ayudar a entrar en él a otras. Es decir, se ha usado para facilitar el nacimiento y conseguir la gravidez de las mujeres estériles. Así, entre los batakos de Sumatra, cuando una mujer estéril desea llegar a ser madre, hará en madera una figura de niño y lo colocará en su regazo, creyendo que esto la conducirá al cumplimiento de sus deseos. En el archipiélago Babar, cuando una mujer desea tener una criatura, ruega, a un hombre que sea padre de numerosos hijos que rece por ella a Upulero, el espíritu del sol. Hacen un muñeco de algodón rojo, que la mujer sostiene en sus brazos como si estuviera amamantándolo. Después, el padre prolífico coge una gallina por las patas y acercándolo a la cabeza de la mujer, dice: “Toma esta ave, ¡oh Upulero!, y consiente que descienda una criatura, te lo ruego y suplico. Permite que venga una criatura y la recoja en mis manos y en mi regazo”. Dicho esto, pregunta a la mujer: “¿Ha llegado ya la criatura?” Y ella responde: “Sí, y ya está mamando.” Entonces, sostiene el ave sobre la cabeza del marido y musita algunas palabras. Finalmente, matan al ave y, junto con un poco de betel, la colocan en el lugar de la casa destinado a los sacrificios domésticos. Terminada esta ceremonia, corre por la aldea la noticia de que la mujer ha dado a luz y las amistades vienen a la casa para felicitarla. Aquí la simulación del nacimiento de un niño es simplemente un rito mágico, designado para asegurar por medio de la imitación o pantomima que realmente nacerá una criatura, y se intenta ayudar a la eficacia del rito media la oración y el sacrificio. Por decirlo así, la magia está mezclada y reforzada en este caso con religión.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+