ARTURO SERGIO VISCA: PRÓLOGO (3)
HISTORIA
DE UNA NOVELA EXCEPCIONAL
ORQUESTACIÓN
FINAL (6)
Segunda situación. Don Juan, junto al fogón y rodeado por sus compañeros,
conversa con ellos. A cada uno le dice, “con
la mayor exactitud, lo que le gusta que le digan”. Al Zorrino: “-Y usté, mi primo… sin usté puede que a estas
horas yo estaría en el cepo de la comisaría o tirao, abierto de par en par,
entre los pastos”, y al Recluta: “Y
usté, compañero, usté es de los que más voy a precisar de aquí en adelante”.
De este modo, va retemplando la fibra combativa de sus huestes y las prepara
para la batalla que tendrá lugar muy pronto.
Tercera situación. Está esbozada en unos borradores descifrables. Conviene
transcribirlos textualmente. Dicen así:
“-Bueno, amigo, ésta es su hora. Tire
unos tajos y releve a don Avestruz. Si ve algún movimiento en la picada es en
fija que vienen a toparnos. Pero no crean que tengo tanto apuro ni tiempo para
acomodarse ni ánimo para venírsenos encima así nomás. Tendrán que ir rejuntando
gente, armándoles y dándoles instrucción… Un ataque así va a precisar hasta que
intervenga el Coronel Puma. Y para ese tiempo nosotros vamos a estar como
fierro.
El Montés, con el cuchillo en la
mano, escogió una parte en el asado y cortó:
-No hay cuidao.
-Yo le digo; es imposible que se
hayan rehecho. Claro que el comisario es valiente y ha quedado tan caliente que
es capaz de hacer una locura. Pero no creo. Él sabe que no tiene gente para un
caso de estos. Él no tiene dos de la clase del señor…
Y señalando al Recluta, continuó:
-No es porque esté presente.
El Recluta iba a pedir la bolada
para acompañar al Montés. Pero la creciente admiración hacia don Juan hizo que
se olvidara de eso a fin de permanecer en su presencia.
-¡Este es un jefe! -se decía-
¡Este tiene que ser algo como un general de los de veras!
El Zorrino era, asimismo, todo
oídos.
-¿Y usté cree, mi primo, que esa
gente…?
-Sí, nos va a dar tiempo para
todo, se lo aseguro.
-¡Pucha, usté cree que nos darán
tiempo…? Mire, primo, que…
Como quien abrazado a su guitarra
encrespa el encordado en los acordes y arquea un poquito más que los otros uno
de los dedos a fin de que uno de los sones se distinga sobre el resto, así el
Zorrino, acentuaba “primo”, para que lo escucharan los demás. Y don Juan, que
lo advirtió, se los prodigaba tiernamente. Además, aunque comprendía que su
primo no tenía la menor idea de a qué se refería, persuadió:
-Usté va a ver, mi primo, usté va
a ver. Nos va a dar tiempo, nos va a dar.
-Y bien, si usté lo dice. Pero,
para mí…
-Esté tranquilo, se lo aseguro.
Entonces el Zorrino miró a todos
lados y terminó con suficiencia:
-Bueno, si él lo dice…
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