domingo

PEQUE Y CANHUECO - ANNA RHOGIO



En memoria de una amorosa dama llamada Violeta.


Peque adora a Mozart, Beethoven, Chopin y tantos más.

Ah, y a los Beatles.

Si no anda inventando traviesas y divertidas aventuras, estudia algunas horas en su piano medio destartalado, un poco viejo, un poco desafinado -los afinadores cobran salado- al que llama cariñosamente, el Canhueco, y con el cual conversa y obtiene respuestas.

Sabe que el tipo dice sí, cuando sus dedos bailan un encantador trino de pajaritos en las notas finitas de la derecha o si retumba furioso, como si diera piñazos en las teclas de la izquierda, diciendo que no. Cree que todas las cosas tienen alma: desde el jarrón de barro que está en la repisa de la chimenea hasta el Canhueco y los violines de María y Damián.

Entonces, la familia que la oye en esos tejemanejes, piensa que la chica está media loca.

Pero hay alguien escuchándola que suele quedarse quieta en su sillón, cerca del Canhueco, tejiendo a crochet carpetitas parecidas a las espumas de la lluvia en los charcos, para regalar a sus amigas o a maestras y profesoras todos los 22 de septiembre. 

Una aburrida siesta, de plateada neblina, Peque encontró en los apuntes de su abu un hermoso cuento llamado El gaitero de la luna.

Después de leerlo se fue a conversar con el Canhueco:

-¿No te parece una preciosa historia?

Sólo le respondió el "do" agudo en doble signo de interrogación: ¿¿??

-¡Aaaaaah! ¡Creí que la conocías!

Y el "do" grave y medio entrompado, dijo largamente no.

-Ta, che. No te enojes que te la leo.

"Resulta que Violeta era una amorosa viejita de clara piel y azulísimos ojos. Uno de sus nietos amaba las tradiciones celtas de pe a pa y había aprendido a tocar la gaita. Siempre pedía a padres, tíos y abuelos, más y más adornos tradicionales usados por los escoceses hasta que obtuvo el traje completo con los chirimbolos, la falda plisada y el morrión de piel de oso."

"Así, muy alto y guapísimo, vestido igual que loa highlanders se dedicaba a dar conciertos a plena luna en la plaza de Maldonado, caminando lento para que la gente apreciara su arte."

-Una pinturita, che.

-¡Tintirín!

"La gaita es un instrumento que debe gustarte mucho para adorarla y comprender incondicionalmente sus rechinantes sonidos."

-Si no la entendés, sonás como arpa vieja. No, vos no, para mí, sonás divino. 

-¡Trin!  ¡Trin!  ¡Trin! -contestó feliz Canhueco.

-Sigo.

"Al fin, los vecinos, protestaron enérgicamente por aquellos insoportables aullidos a la luna, según manifestaron." 

"Y Violeta, enojadísima, fue puerta por puerta a visitarlos y explicarles que no eran aullidos sino músicas ancestrales de pueblos lejanos. Les propuso, generosamente, darles los viernes de noche en la biblioteca, algunas charlas sobre estos temas y muchos más, todos muy interesantes."

"Había navegado por el mundo con su esposo que era de la Marina Mercante, poseía gran cultura y se la podía escuchar durante horas sin aburrirse."

"Consiguió el permiso del intendente con la condición de que la jarana terminara a media noche y solamente cuando brillara la luna."

"Conocido desde que era niño, Violeta lo rezongó igual que si fuera un travieso chiquilín:
"¡No seas absurdo!  ¿Y si está nublado? ¿Y cuando no haya luna? Acordate que mis nietos están de vacaciones y al volver a Montevideo, se terminarán los conciertos. Agradecé que no es una verdadera banda completa con redoblante y bombo."

"-¡Ni hablar de eso!  ¡Sería un horrible bochinche! Que el gaitero se conforme por ahora y después veremos qué se puede hacer sin redoblante ni bombo, por supuesto. Tú no te olvides que acá madrugan para ir al trabajo." 

"¡Bah!  ¡Bah!  ¡Bah! ¡Y miran tele hasta muy tarde! ¡No me hagas reír!"

-Che, Canhueco,la abu terminó así, con un cariñoso recuerdo hacia aquella adorable señora que conoció en la playa:

"La encendida luna redonda, emperifolla la plaza.

"Una gaita sonoramente lejana, las engalana.

"Los celtas sabían del misterioso poder agridulce de sus estridencias.

"Con ellas los druidas dominaban insondables enigmas universales.

"El muchacho se acerca lento y llega la música.

"Solitario, en medio de la luz, compone añejas destemplanzas.

"Su falda a cuadros ondea, cortejando acompasadas cadencias.

"Su oso morrión le transpira chorretes de plata en la cara.

"El concierto no se interrumpe, ante fernandinas quejas vecinales.

"La blanca abuela Violeta lo escuda y el arte antiguo perdura.

-Y así, che, termina la historia.

-¡Trin, tirín,  trin, trin!

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