domingo

LECCIONES DE VIDA (91) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


1 / LA LECCIÓN DE LA PACIENCIA (2)

EKR (4)

Renee fue capaz de relajarse mientras los dos días transcurrían y encontró fortaleza en la espera. Cuando supo dejarse llevar por el proceso aprendió mucho sobre sí misma y la vida. También aprendió que si no le comunicaban los resultados en el plazo de dos días, tenía el derecho de llamar o visitar al médico.

Es importante que encontremos nuestro poder. Si abusan de nosotros, debemos levantarnos y decir: “¡Esto no está bien!” Pero si es la vida la que establece las pautas, debemos relajarnos y aceptar la situación tal como es.

La vida consiste en una serie de experiencias por las que todos pasamos. Aunque no la percibamos, existe una razón detrás de cada experiencia. Todo tiene un sentido. Todo lo que nos ha ocurrido ha sido para que aprendamos las lecciones que necesitamos aprender. Pero resulta difícil cuando gritamos con impaciencia que la situación no nos gusta y queremos cambiarla. Otras veces, simplemente vivimos la experiencia y no la negamos, no nos quejamos ni intentamos hacer nada para cambiarla.

Todas las experiencias nos conducen a un bien mayor y a la sanación. La parte positiva es que no tenemos que hacer nada para conseguirlo. Sólo tenemos que vivir la vida tal cual es.

Un camionero llamado Gary aprendió la lección de la paciencia. Siempre viajaba de un lado para otro, y durante muchos años bebió para mitigar su infelicidad. Cuando tenía cuarenta años, se vio amenazado por la pérdida de la vista.

“En las ventanas de mi domicilio tengo persianas. De repente, empecé a verlas onduladas y a percibir unas manchas en mi campo de visión. Al principio pensé que era sólo el cansancio.”

Los médicos le aplicaron un nuevo medicamento directamente en los ojos que detuvo al virus, pero ya había perdido el 65% de la visión. Una infección ocular secundaria casi le hizo perder la vista del ojo izquierdo por completo. Lo sometieron a dos operaciones, pero su visión ya estaba gravemente dañada y no había esperanza de que volviera a ver como antes.

“Desde el primer momento me dijeron que no podían hacer nada para que recuperara la visión que había perdido. Sabía que podía pasarme el resto de la vida intentando superar aquella pérdida.

“Mientras estaba en Nueva York para recibir el tratamiento tuve que buscar un sitio donde dormir. El único lugar que pude costearme resultó ser un convento. Estaba lleno, pero encontraron una habitación para mí. Mientras estuve allí, recé para tener mucha paciencia. Comprendí que no podía cambiar lo que me estaba sucediendo. Había hecho todo lo que podía y lo había intentado todo. Ya no podía hacer nada más por mi vista.

“En la vida a menudo perdemos cosas, y la vista era lo que yo tenía que perder. Conozco a muchas personas que se recrean en el lado triste de la vida. Podía lamentarme, pero no quería pasarme el resto de mi vida haciéndolo. Quizás ese era el reto que necesitaba. Al perder la visión, empecé a tomármelo todo con más calma y me replanteé mi forma de vivir.

“Decidí hacerlo de un modo distinto. Antes no habría hecho nada, sólo sentirme desgraciado y beber. Pero, a raíz de aquella experiencia tuve que aprender muchas cosas nuevas para seguir con vida; entre ellas, a superar los problemas. Nadie cuidaba de mí, así que tenía que hacerlo yo mismo. Tuve que encontrar mis propios sueños y objetivos. Aquello me ayudó a sentir la vida de un modo más intenso, a disfrutarla mucho más. Me gustaba jugar al billar y creí que tendría que dejarlo, pero después de practicar cierto tiempo, volví a jugar bien. Me he dado cuenta de que la gente de Los Ángeles, donde vivo, es muy impaciente. No tienen tiempo para nada y siempre quieren ir más y más deprisa. Yo también era como ellos, pero ahora comprendo que el tiempo que tenemos es para disfrutarlo.


“En cierto modo, ahora veo más que antes de perder tanta visión. Ahora miro con más atención, pues tengo que hacerlo. Busco el humor y el aspecto positivo en todas las situaciones. Muchas personas no encuentran las cosas buenas o el humor de la vida. Sin embargo, no creo que vea cosas que los demás no puedan ver, sino que ellos no tienen paciencia para mirar o apreciarlas.”

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