domingo

JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (25)


LAS DIABLURAS DE REBOTE SOSLAYO

Hombre que supo ser alegre pa las cosas de la vida, aura que dice, Rebote Soslayo, soltero, porque no había china que le aguantara las diabluras. Se comprometió varias veces, pero tenía fama de hacerse llevar preso por desacato dos horas antes del casamiento.

Loco por las fiestas aquel crestiano. Donde había un bautismo, allí estaba él. Primero se ofrecía pa salir de padrino, y cuando estaba en la iglesia, en el tachito ese del agua bendita le encajaba aceite hirviendo. Cuando el cura metía los dedos pa salpicar al gurí, sacaba la mano gritando cualquier barbaridá. Él se le arrimaba y le decía en la oreja: “Dígalo en latín, padre, que se le entiende todito”. No lo hacía por molestar, pero tenía eso.

En los cumpleaños, se ponía al lau de la torta. Cuando apagaban las velitas de un soplido, y antes de que prendieran las luces, cortaba la torta a toda velocidá y se la metía en los bolsillos.

Pa los casamientos era una preciosidá de persona. Si la novia se casaba de vestido largo, difícil que Rebote Soslayo no le clavara la cola con tachuelas contra el piso. A una novia le clavó el vestido en la puerta de la iglesia y llegó al altar en paños menores, perdonando la expresión. Estando Rebote en los casamientos, los fotógrafos hacían un platal.

La noche que llegó al boliche El Resorte, taban tomando unos vinos con salame y mermelada pa picar, el tape Olmedo, la Duvija, periférico Litigio, el pardo Santiago, Rosadito Verdoso, y nadie más. El barcino como si no estuviera porque dormía como un bendito.

El hombre dentró, saludó y se le arrimó al tape Olmedo como quien se arrima a pedir fuego. Ligero de las vistas, el tape le manoteó el brazo, se lo retorció, y le hizo largar el puñau de hormigas que traía pronto pa meterle en el vaso de vino. El tape se dio cuenta, porque entre los dedos le asomaba una patita de hormiga, que si no el otro le envenena el vino.

Cuando el tape Olmedo lo largó, el otro agarró una araña, se arrimó a la mesa donde estaba Rosadito Verdoso, y se la encajó entre los higos. La pobre murió aplastada entre un higo y la frente de Rebote Soslayo.

Fue cuando el tape Olmedo lo paró; sin facilitarlo fue que le dijo:

-Mire mi amigo -le dijo-; usté será muy divertido pero no tiene criterio ni pa un carajo. Conque vamo a ver si se sosiega, no sea cosa que tenga que sobarle el lomo por bobadas, ¿tamos?

Como Rebote Soslayo quiso seguir la farra imitando el ladrido del perro en la oreja del barcino, le permitieron tomarse unos vinos pero atau al mostrador con alambres de púa. Lo desataron de madrugada, y el hombre salió a las risas por esos campos.

Iba de cantarola, mamau por unanimidá, se paraba en las cuevas de las mulitas y hacía ruido como de pala escarbando pa no dejarlas dormir en paz, pataleaba cerquita de los hormigueros pa provocarles el pánico, alumbraba los nidos con una linterna para que los pájaros se levantaran creyendo que era de día, y corrió a dos fantasmas que andaban paseando sin meterse con naides.

Iba entretenido en esas cosas, cuando vio luz en medio de la noche y movimiento de gente. ¡Casamiento clavau!

Se acomodó el chambergo y enderezó haciendo eses pa las luces. Dentró a los gritos:

-¡Vivan los novios… vivan los novios… vivan…!

Uno de los dolientes lo paró en seco. Le dijeron de todo, menos divertido.

Cuando se dio cuenta cómo era la cosa, la arregló fenómeno porque empezó a gritar:

-¡Viva el muerto… viva el muerto…!

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