DEL TEATRO BALINÉS (5)
En este teatro toda
creación nace de la escena, encuentra su expresión y hasta sus orígenes en ese
secreto impulso psíquico del lenguaje anterior a la palabra.
* * *
Es un teatro que elimina
al autor, en provecho de aquel que en nuestra jerga teatral occidental llamamos
director; pero un director que se ha transformado en una especie de ordenador
mágico, un maestro de ceremonias sagradas. Y la materia con que trabaja, los
temas que hace palpitar no son suyos, sino de los dioses. Parecen haber nacido
de las interconexiones elementales de la Naturaleza, interconexiones que un
Espíritu doble ha favorecido.
Lo que este director pone
en movimiento es lo MANIFIESTO.
Una especie de física
primitiva, de la que el espíritu no se ha apartado jamás.
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* *
En un espectáculo como el
del teatro balinés hay algo que no tiene ninguna relación con el
entretenimiento, esa idea de una diversión artificial e inútil, de pasatiempo
nocturno que caracteriza a nuestro teatro. Las formas balinesas se forman en el
centro mismo de la materia, en el centro de la vida, en el centro de la
realidad. Hay en ellas algo de la cualidad ceremonial de un rito religioso,
pues extirpan del espíritu del espectador toda idea de simulación, de imitación
irrisoria de la realidad. Esa gesticulación intrincada y minuciosa tiene un
objetivo inmediato, que persigue con medios eficaces. Los pensamientos a que
apunta, los estados espirituales que procura crear, las soluciones místicas que
propone son animados, mostrados, alcanzados sin retrasos ni circunloquios. Todo
parece un exorcismo destinado a hacer AFLUIR nuestros demonios.
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