ISABELINO PENA detective de almas 3 / 4
primera edición WEB
DOS: LA REPÚBLICA DE LOS PINGÜINOS (2)
(el
corralito secreto de los nuevos mafiosos)
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Isabelino Pena y Pablo
Ventura se sentaron en la oficina del dueño de Casamar y aceptaron un café.
-Los mandé llamar porque
me interesaron mucho las declaraciones que hicieron para La farándula -se pone colorado enseguida el hombre con fuselaje de
tiburón. -Despelotes aparte. Me di cuenta que no conozco bien el tema de mi
propia película y aunque es un poco tarde puedo mejorar algo.
-Tarde para qué.
-Hay un guión, un
director y un cast contratados. Y el setenta por ciento de la guita la ponen
los porteños. Pero no creo que a nadie le moleste mejorar el mito Jesús.
-Le moleste en qué
sentido -empezó a masticar un jazmín del país el viejito.
-En el sentido de una
globalización progresista -se le aturquesa el hielo al empresario uniformado
con pilchas de pituco. ¿Qué les pareció Jesús
de Montreal?
-No la vimos -no paraba
de escrutar la videtoteca Pablo. -Pero esa una historia inventada.
-Sí. Y además ustedes tienen
cara de católicos.
-Y eso qué significaría
-ofreció un verdor fluvial el detective.
-Nada grave. ¿Leonardo
era católico?
-Por supuesto -me saca un
jazmín del bolsillo y se pone a hacerlo girar como un chiche el botija. -Nunca
vi tantos videos de presidentes juntos.
-Maquiavelo estudiaba a
los mandamases y entendió casi todo -se puso a revisar una agenda el Sultán.
-Lo que quería concretamente era invitarlos a ver los ensayos del rodaje, por
lo menos. Y después seguiríamos hablando.
-¿Y el director nos va a
dejar ver los ensayos?
Entonces el
multimillonario disidente forrado en el exilio con transas pro-soviéticas
levanta nada más que los ojos:
-Eso es problema mío.
¿Aceptan o no aceptan?
-Perdón, señor -se asomó
la secretaria que les había traído el café. -Llegó la gente de Verano desnudo.
Y después de pararnos el
querube cabecea con resignación y no tengo más remedio que tragarme la blancura
doliente y decir que aceptamos.
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Isabelino Pena y Pablo
Ventura encontraron a la productora de Verano
desnudo muy cruzada de piernas en el anfiteatro.
-Somos los indeseables,
Negro Jefe -juno enseguida la crispación recauchutada de la cineasta que
traicionó a Leonardo. -Tranquilo, apóstol.
-Cuando tengas merza en
la oficina avísame que duermo un rato más -rezongó Federica Finkbein. -Esto es
muy fuerte, talibán de mi alma.
-Vos ya no tenés alma ni
en los huesos -se le hincha conmovedoramente el tercer ojo a Pablo.
-Haya paz -apagó las
luces el Sultán y puso un video que se proyectó en la pantalla gigante. -Aquí
tenés la primicia.
El póster promocional es
un collage con un gran Cristo de Dalí enclavado sobre una panorámica nocturna
de la península.
-Alucinante -prendió un
porro Federica. -Los porteños se mueren con esto.
-Ta bueno -me codea el
querube. -Por lo menos aquí no le ponen telones al kerigma. El problema es la
película.
-Pero cállate, guacho -se
paró de un salto la productora. -Ya empezás a largar bolazos como en La farándula. El problema es que vos te creés que sos el hijo del divino y sos
hijo de una yegua, nomás. Y el divino sería un esquizo delirante pero te
enamoraba con clase. Igual que el de la Biblia.
-Apártate de mí, Satanás
-empiezo a retirarme de espaldas y el Bin Laden se mata de la risa mientras
Pablo se borra por el otro pasillo.
-Chau -gritó Federica.
-Saludos a la yegua.
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Isabelino Pena hizo pasar
a Gabi al chalé-casilla de la ex-Plaza del recreo y le rozó las trencitas.
-Qué pasa.
-La Shirley me llamó
desde Montevideo para pedirme que nos encontráramos aquí. Primero iba a pasar
por el Six a recoger algunas cosas. Parece que se metió de cayetano en la
clínica de la Fundación y descubrió que el que prepara a los gurises es Renzo.
En la tele está puesto Gran boludo sin volumen y hay un
concurso de muchachas-muñecas que después que se desnudan casi totalmente amenazan
con manosearle la entrepierna a Cardetti.
-Y cómo los preparan -se
puso blanco Pablo.
-Con correas. Los crían
atándoles las piernas o los brazos. Esto termina mal. Es muy difícil que Renzo
no se entere de que la Shirley le dio la captura. A ver: subí el volumen.
En ese momento el Bambino
se traslada a un mini-ring y anuncia:
-Hubo tantos pedidos que
decidimos presentarles un adelanto de la bomba del año aquí en Mar del Plata.
Este show-match es único y se llama Gladiators VIP. Ma qué la ONU, boludo.
Hoy van a ver un round de valetutti peleado
por los monstruos más famosos del mundo.
-Mater Deus -se sentó
agarrándose las rodillas el viejo.
Dos gurises minusválidos
con caretas de Bush y de Bin Laden se meten en el ring dando saltitos y fingen
reventarse mientras la cámara va y viene entre las muecas de Cardetti y los
porrazos enloquecidamente festejados por la platea.
-Demasiado olor a podrido
-volvió a abrazarse a sí misma igual que en el barco la modelo-pantera. -Voy a
llamar al Six.
Entonces el querube se
sienta en el suelo con las piernas cruzadas y baja la cabeza.
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Isabelino tragó un sorbo
de Santa Teresa larguísimamente retenido bajo la lengua y casi gritó:
-¿Y?
-Todo mal -se le forma un
collar de sudor a Gabi. -Shirley llegó a las ocho pero salieron enseguida con Renzo
en la camioneta.
-Con quién hablaste.
-Con una secretaria de
Piculín. Piculín está en Buenos Aires.
-Justo hoy -le agarró un
Nevada Pablo a la modelo-pantera. -Qué casualidad. ¿No estará en Mar del Plata?
-No te hagás el detective
que parecés Daniel el Travieso -nos hace saltar desde la cocina Mariana y me di
cuenta que ni siquiera escuchamos llegar la bicimoto.
Isabelino Pena saludó con
una mueca a la mujer de pelo encabritado y aura muy humosa y se agachó frente a
Gabi:
-¿Tenés idea de dónde
pueden estar?
-Bingo: en el colchón de
agua donde Renzo se come a Piculín -se sirve vino sin poder disimular un
temblequeo Mariana. -En Haras de la Barra.
La primera pasando el puente. Dos cuadras para adentro.
Entonces el botija
aplastó el cigarrillo y le tiró de la camiseta al viejo.
-Suave que es la que usó
Saúl Rivero cuando el vicecampeonato -saco un jazmín y en el momento de
extendérselo a Gabi me viene un sacudón y termina pegoteándosele en el escote
pero nadie se ríe. -A laburar, querube.
-Adónde van -se le ahuesó
una especie de horror resignado a la ex-prostituta.
-A la Barra -me señalo el
chichón. -Y en tu bicimoto, Darling. Por la cortada del Jagüel llegamos en quince
minutos. ¿No me das un besito para la suerte?
Mariana sopló un humo
azulísimo sobre el jopo estilo Schiaffino del detective y retrucó:
-Mirá que no se salvan de
garparme la nafta.
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