domingo

LECCIONES DE VIDA (86) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


10 / LA LECCIÓN DEL JUEGO (9)

EKR

Joe, un próspero hombre de negocios, me habló de su cáncer del sistema linfático:

“Tenía un bulto de gran tamaño en el cuello que crecía con rapidez. Visité a un oncólogo y dispuso que me lo extirparan de inmediato. A continuación me administraron quimioterapia. Pasé de ser un trabajador eficiente a ser un paciente eficiente: controlaba las pruebas del laboratorio, compraba los medicamentos y acudía a las visitas del médico. Nunca me imaginé que estar enfermo supusiera tanto trabajo.

“Mientras recibía uno de los últimos tratamientos de quimioterapia, pensé en volver a trabajar. Mi trabajo era algo muy serio, y en aquel momento, con el cáncer, mi vida también se había convertido en algo muy serio. Pero se trataba de sobrevivir y, gracias a Dios, lo conseguí. Entonces me pregunté: ‘¿Para qué ¿Para qué me he salvado? ¿Para trabajar más? ¿Para producir más?

“En aquel momento me di cuenta de que mi vida había sido gris y vacía. Todas las personas que conocía habían construido sus vidas a partir del concepto del éxito, y no era diferente a ellos. Pero no iba a regresar a aquel tipo de vida.

“Decidí reconstruir mi vida, hacer cosas con mis amigos y divertirme otra vez. Quería ir al parque, asistir a conciertos, contemplar a la gente que paseaba y charlar de vez en cuando con los desconocidos en lugar de evitarlos. Me había perdido tantas cosas en la vida… Ya era hora de disfrutarlas de nuevo.”

Cuando éramos niños todas las experiencias nos parecían potencialmente mágicas. Si pudiéramos revivir sólo una pizca de aquel antiguo sentimiento y jugar un poco más, recuperaríamos parte de nuestra inocencia perdida. Aunque nuestro cuerpo envejezca, podemos permanecer jóvenes de corazón. No podemos evitar envejecer por fuera, pero si jugamos, seremos jóvenes por dentro.

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