domingo

JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (23)


¡LINDA ESTAMPA DE DOMADOR!

Hombre que siempre fue una desgracia pa los animales, aura que dice, Deprimido Cuánto.

Tenía un no se sabe qué, que los animales lo veían y quedaban como desorientáus. De lejos lo veían nomás, y dentraban a hacer cualquier disparate, bichito e Dios.

Hombre loco por las domas, Deprimido, en los jamases había podido domar un bagual; no le daban juego. Pa pior, ¡flor de estampa e domador aquel crestiano! Todo el que lo veía no hacía más que ponderarlo: “¡Linda estampa e domador, don Deprimido! ¡Estampa y pico!”

El hombre agachaba la cabeza sin responder, como alunau, y se diba a tomar unos vinitos.

Una güelta en el boliche El Resorte, taban la Duvija, Sarteaniano Tufo, el tape Olmedo, el pardo Santiago y Cualquiera Belito, cuando va y cae Deprimido; serióte que agatas si saludó con el rebenque. Fue y se acodó contra una punta del mostrador, pidió un vino, y allí quedó.

La Duvija fue verlo y sentir como una emoción, por su aspeto guapetón y ceñudo. Se le arrima y va y le dijo; sin saber nada le dijo:

-Disculpa don Deprimido, pero a ver si una güelta me invita pa una jineteada que tenga por ahí, si se cuadra.

-¡Dejemé! -dijo Deprimido- ¡Dejemé china! Si es una desgracia que tengo como e nacimiento, que potro que me ve queda como aplastau, incapacitau pal corcovo. Dejemé con mi vasito e vino.

Fue Sarteaniano el que contó que cuando los baguales lo bombiaban, en lugar de disparar se le arrimaban. Hasta los más fieros se agachaban pa que les pusiera la montura. Era de balde que Deprimido les gritara e lejos: “Mire don potro que soy un crestiano que vengo a domarlo a punta e rodaja y rebenque, y le voy a sacar cuanta cosquilla tenga en el lomo, ¿oyó?”

No había caso. Los insultaba, les decía de todo, les ponía chumbos en las orejas, y nada. Sin embargo, áhi tiene; cordero nunca pudo agarrar sin que lo patiara o le mordiera una mano.

A los dos litros de vino Deprimido se lamentaba:

-¡Pura estampa e domador y sin poder sacudir los güesos en un bagual por falta e juego!

Diba cayendo la nochecita, cuando el tape Olmedo apalabró al pardo Santiago:

-Vea don Santiago -le dijo- ese crestiano está muy cascotiau y habería que darle una mano, si usté fuera gustoso en cuanto terminemo este litrito e vino.

Al raro salieron, se disfrazaron de potro y dentraron a relinchar alrededor del boliche. Deprimido salió pa ver, y se topa con un lujo e bagual que le tiraba tarascones y patadas.

-¡Ahí tiene un potro! -le gritó Sarteniano-. ¡Métale sin asco nomás!

Deprimido montó de un salto y ya le bajó el talero. Revoliando el poncho y a los gritos, le hizo llorar las espuelas por las paletas y aquello se sacudía e lo lindo. Meta rodaja y lonja parecía un abrojo el hombre. Como el castigo venía muy fiero, una güelta el pardo Santiago le gritó:

-¡Aflueje don Deprimido, que semos nosotros!

-¡No aflueje que no somos nada! -gritó el tape Olmedo pa no desengañarlo.

El pardo muy deslomau, agarró el cuchillo y lo pinchó de abajo. Deprimido saltó limpito del bagual, se acomodó el sombrero, dentro al boliche como nuevo y comentó:

-¡Lindo bagual! Si viene desarmau, mañana lo monto de nuevo.

El pardo Santiago pasó como un mes sin saludarlo.

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