¡LINDA ESTAMPA DE DOMADOR!
Hombre que siempre fue
una desgracia pa los animales, aura que dice, Deprimido Cuánto.
Tenía un no se sabe qué,
que los animales lo veían y quedaban como desorientáus. De lejos lo veían
nomás, y dentraban a hacer cualquier disparate, bichito e Dios.
Hombre loco por las
domas, Deprimido, en los jamases había podido domar un bagual; no le daban
juego. Pa pior, ¡flor de estampa e domador aquel crestiano! Todo el que lo veía
no hacía más que ponderarlo: “¡Linda estampa e domador, don Deprimido! ¡Estampa
y pico!”
El hombre agachaba la
cabeza sin responder, como alunau, y se diba a tomar unos vinitos.
Una güelta en el boliche
El Resorte, taban la Duvija, Sarteaniano Tufo, el tape Olmedo, el pardo
Santiago y Cualquiera Belito, cuando va y cae Deprimido; serióte que agatas si
saludó con el rebenque. Fue y se acodó contra una punta del mostrador, pidió un
vino, y allí quedó.
La Duvija fue verlo y
sentir como una emoción, por su aspeto guapetón y ceñudo. Se le arrima y va y
le dijo; sin saber nada le dijo:
-Disculpa don Deprimido,
pero a ver si una güelta me invita pa una jineteada que tenga por ahí, si se
cuadra.
-¡Dejemé! -dijo
Deprimido- ¡Dejemé china! Si es una desgracia que tengo como e nacimiento, que
potro que me ve queda como aplastau, incapacitau pal corcovo. Dejemé con mi
vasito e vino.
Fue Sarteaniano el que contó
que cuando los baguales lo bombiaban, en lugar de disparar se le arrimaban.
Hasta los más fieros se agachaban pa que les pusiera la montura. Era de balde
que Deprimido les gritara e lejos: “Mire don potro que soy un crestiano que
vengo a domarlo a punta e rodaja y rebenque, y le voy a sacar cuanta cosquilla
tenga en el lomo, ¿oyó?”
No había caso. Los
insultaba, les decía de todo, les ponía chumbos en las orejas, y nada. Sin
embargo, áhi tiene; cordero nunca pudo agarrar sin que lo patiara o le mordiera
una mano.
A los dos litros de vino
Deprimido se lamentaba:
-¡Pura estampa e domador
y sin poder sacudir los güesos en un bagual por falta e juego!
Diba cayendo la nochecita,
cuando el tape Olmedo apalabró al pardo Santiago:
-Vea don Santiago -le
dijo- ese crestiano está muy cascotiau y habería que darle una mano, si usté
fuera gustoso en cuanto terminemo este litrito e vino.
Al raro salieron, se
disfrazaron de potro y dentraron a relinchar alrededor del boliche. Deprimido
salió pa ver, y se topa con un lujo e bagual que le tiraba tarascones y
patadas.
-¡Ahí tiene un potro! -le
gritó Sarteniano-. ¡Métale sin asco nomás!
Deprimido montó de un
salto y ya le bajó el talero. Revoliando el poncho y a los gritos, le hizo
llorar las espuelas por las paletas y aquello se sacudía e lo lindo. Meta
rodaja y lonja parecía un abrojo el hombre. Como el castigo venía muy fiero,
una güelta el pardo Santiago le gritó:
-¡Aflueje don Deprimido,
que semos nosotros!
-¡No aflueje que no somos
nada! -gritó el tape Olmedo pa no desengañarlo.
El pardo muy deslomau,
agarró el cuchillo y lo pinchó de abajo. Deprimido saltó limpito del bagual, se
acomodó el sombrero, dentro al boliche como nuevo y comentó:
-¡Lindo bagual! Si viene
desarmau, mañana lo monto de nuevo.
El pardo Santiago pasó
como un mes sin saludarlo.
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