EL TEATRO ALQUÍMICO (3)
Ahora bien, estos
conflictos que el cosmos en ebullición nos ofrece de un modo filosóficamente
distorsionado e impuro, la alquimia nos lo propone como intelectualidad
rigurosa, pues nos permite alcanzar una vez más lo sublime, pero con drama, tras un desmenuzamiento
minucioso y exacerbado de toda forma insuficientemente afinada,
insuficientemente madura, ya que de acuerdo con el principio mismo de la
alquimia el espíritu no puede tomar impulso sin haber pasado por todos los
filtros y fundamentos de la materia existente, y haber repetido esta tarea en
los limbos incandescentes del porvenir. Diríase que para alcanzar el oro
material, el espíritu ha debido probar primero que era merecedor del otro oro,
que sólo ha obtenido, que sólo ha alcanzado cediendo a él, aceptándolo como un
segundo símbolo de la caída que debió experimentar para redescubrir luego en
una forma sólida y opaca la expresión de la luz misma, de la rareza, de la
irreductibilidad.
La operación teatral de
fabricar oro, por la inmensidad de los conflictos que provoca, por el número
prodigioso de fuerzas que opone y anima recurriendo a una especie de
redestilación esencial, desbordante de consecuencias y sobrecargada de
espiritualidad, evoca finalmente en el espíritu una pureza absoluta y
abstracta, a la que nada sigue, y que podría concebirse como una nota única,
una especie de nota límite, atrapada al vuelo: la parte orgánica de una
indescriptible vibración.
Los misterios órficos que
subyugaban a Platón tenían sin duda en el plano moral y psicológico algo de
este aspecto trascendente y definitivo del teatro alquímico, y con elementos de
una extraordinaria densidad psicológica evocaban en sentido inverso los
símbolos de la alquimia, que proporcionan el medio espiritual de decantar y
transfundir la materia, evocaban la transfusión ardiente y decisiva de la
materia por el espíritu.
Se nos dice que los
misterios de Eleusis se limitaban a poner en escena un cierto número de
verdades morales. Yo creo que esos misterios ponían en escena proyecciones y
precipitaciones de conflictos, luchas indescriptibles de principios, en esa
perspectiva vertiginosa y resbaladiza donde toda verdad se pierde, mientras
realiza la fusión inextricable y única de lo abstracto y lo concreto; y creo
que por medio de músicas de instrumentos, notas, combinaciones de colores y
formas, de las que no conservamos ninguna noción, lograban colmar esa nostalgia
de la pura belleza, que Platón pudo encontrar por lo menos una vez en este
mundo, en su realización completa, sonora, fluente y desnuda; y resolver, por
otra parte, mediante conjunciones inimaginables y extrañas para nuestras mentes
de hombres todavía despiertos, resolver, e incluso aniquilar, todos los
conflictos nacidos del antagonismo de la materia y el espíritu, de la idea y la
forma, de lo concreto y lo abstracto, y fundir todas las apariencias en una
expresión única que debió ser el equivalente del oro espiritualizado.
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