21 / Y luego concluye, diciendo: “Y una voz de aire delicado”, en que se entiende “el silbo de los aires amorosos, que dice aquí el alma que es su Amado. Y no se ha de entender que siempre acaecen estas visitas con estos temores y detrimentos naturales; que, como queda dicho, es a los que comienzan a entrar en estado de iluminación y perfección y en este género de comunicación, porque en otros antes acaecen con gran suavidad. Síguese la declaración.
La
noche sosegada.
22
/
En este sueño espiritual que el alma tiene en el pecho de su Amado, posee y
gusta todo el sosiego y descanso y quietud de la pacífica noche, y recibe
juntamente en Dios una abisal y escura inteligencia divina; y por eso dice que
su Amado es para ella “la noche sosegada”,
en
par de los levantes de la aurora.
23
/
Pero esta noche sosegada dice que es, no de manera que sea como escura noche,
sino la noche junto ya a los levantes de la mañana; porque este sosiego y
quietud en Dios no le es a la alma del todo escuro como escura noche, sino
sosiego y quietud en luz divina en conocimiento de Dios nuevo, en que el
espíritu está suavísimamente quieto levantado a la luz divina. Y llama bien
propiamente aquí a este luz divina “levantes de la aurora”, que quiere decir la
mañana, porque así como levantes de la mañana despiden la escuridad de la
noche y descubren la luz de el día, así
este espíritu sosegado y quieto en Dios es levantado de la tiniebla de el
conocimiento natural a la luz matutinal del conocimiento sobrenatural de Dios
no claro, sino (como dicho es) escuro, como noche “en par de los levantes de
las aurora”; porque así como la noche en par de los levantes, ni del todo es
noche, ni del todo es día, sino, como dicen, entre dos luces, así esta soledad
y sosiego divino, ni con toda claridad es informado de la luz divina, ni deja
de participar algo de ella.
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