domingo

JULIO CÉSAR CASTRO (JUCECA) - LA VUELTA DE DON VERÍDICO (19)


EL PERDEDOR

Hombre que supo ser capacitau pa perder las cosas, aura que dice, Piripicho Vitrino, que a las hermanas la gente se les paraba adelante pa mirarlas porque eran las vitrinas.

Aquel hombre tenía tanta facilidá pa perder las cosas, que un día perdió el caballo. Lindo flete sin dispreciar, mala cara, pero buen animalito. Una tarde salió a recorrer el campo, se abajó pa atender una oveja abichada, y cuando quiso acordar había perdido el caballo. La mujer se lo reprochó:

-¡Vos lo que tenés es que sos una desgracia, eso es lo que tenés vos, y así no vas a ganar pa caballo. ¿Cómo hiciste pa perderlo, hombre de Dios!

-¡Se me perdió y sanseacabó! -pensó en decirle Piripicho, pero como la mujer era dura de entendederas se fue a preparar el amargo.

Cuando perdió el quinto caballo, se resolvió a andar en bote. Salía nada más que con mucha humedá, o con lluvia. Un bote de lo más bonito, con dos remos, uno de cada lau, y del lau de atrás una popa.

Un día fue a cruzar el arroyo. Salió con el bote de esta orilla, y cuando llegó a la orilla de allá, llegó a nado.

Cuando la mujer se enteró que había perdido el bote, le dijo de todo menos que era simpático.

-¿Querés qaue te diga lo que sos? -le dijo-; sos una disgracia Piripicho Vitrino… eso es lo que sos! Y lo único que lamento es que no me perdás a mí… ¡eso es lo único que lamento, pa que sepás!

El hombre muy preocupau, se la quedó mirando un ratito, y después la señaló con el dedo y le dijo:

-¡Últimamente vos… vos… sabés una cosa? Mirá… últimamente vos sabés qué…?

-Últimamente, ¿qué? -le escupió ella.

-Nada… perdí el hilo de lo que iba a decirte.

-¡Como pa no perder el hilo, si perdiste cinco caballos y un bote!

Tristón el hombre, salió a visitar a unos parientes, pero como perdió el rumbo, embocó en el boliche El Resorte.

Tomando unos vinitos suavetones, taban la Duvija, el tape Olmedo, el Pardo Santiago, Transitorio Cortina, Palán Palán Novato y el Pastilla Fornaro que andaba de paso. En aquella punta del mostrador, durmiendo a pata suelta, el barcino.

Cuando lo vieron tan preocupau, la Duvija se le acercó pa preguntarle qué le andaba pasando, y el hombre contó todito. El pardo Santiago se le arrimó y le dijo:

-Sírvase un vino.

Sin arrimarse ni dejar de hacerle punta a un palito, el tape Olmedo le aconsejó:

Mire mi amigo -le dijo-; si perdió caballo y bote, lo que tiene que comprar es carro, pa probar, porque el hombre no puede andar de a pie, salvo que también quiera perder tiempo, que usté es dueño.

Ahí saltó el pardo Santiago:

-Pa comprar casa con rueda, en tal caso compre ferrocarril, que es cosa de tamaño. Usté se va a una estación de ferrocarril, averigua horario de ferrocarril, y cuando llega el ferrocarril, usté compra ferrocarril, y después me dice.

El hombre volvió por el boliche a la semana. Cuando lo vieron llegar de a pie y muy preocupau, ni le quisieron preguntar. Se acodó al mostrador, acarició al barcino, se quedó mirando al suelo, y de cabeza gacha, con una vergüenza que le coloreaba la voz, les dijo a todos:

-Sí señores, es verdá. Lo perdí. El ferrocarril pasaba a las ocho y yo llegué a las ocho y media. ¡Lo perdí y sanseacabó! ¡No me miren así!

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+