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EL TEATRO ALQUÍMICO (2)
Me explicaré. Y quizá se
haya advertido ya, por otra parte, que el tipo de teatro a que aludimos no
tiene relación con esa especie de teatro social o de actualidad, que cambia con
las épocas, y donde las ideas que animaban originariamente el teatro no son más
que caricaturas de gestos, que nadie reconoce, tanto han cambiado de sentido.
Las ideas del teatro arquetípico y primitivo han tenido el mismo destino que
las palabras, que ya no despiertan imágenes, y que en vez de ser un medio de
expresión son sólo un callejón sin salida y un cementerio del espíritu.
Quizá nos pregunten ahora
qué entendemos por teatro arquetípico y primitivo. Y así llegaremos a la
entraña misma del problema.
Si en efecto nos
planteamos el problema de los orígenes y la razón de ser (o la necesidad
primordial) del teatro, encontraremos metafísicamente la materialización o
mejor la exteriorización de una especie de drama esencial, y en él, de una
manera a la vez múltiple y única, los principios esenciales de todo drama, orientados ya y divididos, no tanto como
para perder su carácter de principios, pero sí lo suficiente como para contener
de manera esencial y activa, es decir plena de resonancias, infinitas
perspectivas de conflicto. Analizar filosóficamente un drama semejante es
imposible y sólo poéticamente, y sirviéndonos de cuanto pueda haber de
comunicativo y magnético en los principios de todas las artes, es posible
evocar, por medio de formas, sonidos, música y volúmenes, dejando de lado todas
las similitudes naturales de las imágenes y de las semejanzas, no ya las
direcciones primordiales del espíritu, a las que nuestro excesivo
intelectualismo lógico reduciría a inútiles esquemas, sino estados de una
agudeza tan intensa y absoluta que más allá de los temblores de la música y la
forma se sienten las amenazas subterráneas de un caos tan decisivo como
peligroso.
Y ese drama esencial, lo
advertimos claramente, existe, y está hecho a imagen de algo más sutil que la
Creación misma, que ha de representarse como el resultado de una única
voluntad; y sin conflicto.
Es necesario creer que el
drama esencial, la raíz de todos los grandes misterios, está unido al segundo
tiempo de la Creación, el de la dificultad y el Doble, el de la materia y la
materialización de la idea.
Parece en verdad que
donde reinan la simplicidad y el orden no puede haber teatro ni drama, y que el
verdadero teatro, como la poesía, pero por otros medios, nace de una anarquía
organizada., luego de luchas filosóficas que son el aspecto apasionante de
estas unificaciones primitivas.
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