domingo

EL GRITO (3) - RICARDO AROCENA



Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018

(Una novela de amor, pasión y muerte en tiempos de la Patria Vieja)

El patricio porteño Enrique Reyes es un hombre apasionado, impaciente, intranquilo, histriónico, ansioso, en suma, incontrolable, su problema es que tampoco puede controlarse a sí mismo y así sobrevienen sus desdichas. Ahora está obsesionado por conseguir noticias del a esta altura famoso Martín Rodríguez y con tal fin no pierde tiempo en ningún otro menester. Todo lo va sacrificando con tal de lograr su objetivo, a tal punto que ha abandonado sus quehaceres particulares hasta que sean conquistados todos los pueblos. No importa que los demás le digan que tiene que controlarse, que ya llegarán noticias, está enamorado de la justa causa y por eso cada día ensilla su caballo y parte veloz como el viento. Unos días vuela hasta Gualeguaychú, otros a Gualeguay, otros al Arroyo de la China, nada lo arredra, ni el calor estival que enciende las praderas, ni los repentinos temporales, ni las partidas españolas. Sus pertenencias caen en el abandono, pero no importa, su cabeza está en otra cosa. En su imaginación se ve como portador de la gran noticia con la que conmoverá a la población de Mercedes, pero hasta el momento solamente ha regresado con la información que Rodríguez está en Paraná. Y al día siguiente, una y otra vez, de nuevo parte camino a lo desconocido con la ilusión a cuestas, aunque todo indica que volverá por la noche o días después con las manos vacías. Va, retorna, vuelve a salir y protesta hasta que el enojo le pinta de colores la cara y le dificulta la respiración. Entonces es tranquilizado por los demás, que en el fondo se divierten con aquel espíritu díscolo, que no puede consigo mismo. Pero un día regresa con algo más, que por supuesto confía a los partidarios, que ya poco creen en sus andanzas; es que ha averiguado más datos del militar que todos están esperando. Entonces les cuenta que Martín Rodríguez es un jefe militar riograndense, de actuación destacada durante la Revolución de Mayo, que ha sido destinado a Entre Ríos, en apoyo a Miguel Belgrano. La información corre como pólvora por el poblado y le vale al patricio porteño cierta consideración, que pronto se esfuma, cuando continúa llegando sin noticias que valgan la pena.

-Ahí va de nuevo Reyes -festejan los paisanos, cuando lo ven pasar al trote siempre con rumbo diferente y ganado por la preocupación. Entonces hacen bromas, en el fondo porque su desasosiego a todos los representa.

***

Promedia el mes de enero. El sol cae a pique, agobia. Los vecinos buscan refugio bajo los aleros de las casas, en las arboledas o en el monte virgen que rodea al Río Negro. Otros, más osados, se sumergen en el río, caminan por las inmaculadas arenas color tiza, o entretienen sus anhelos recurriendo a las artes de la pesca. Si tienen suerte pueden hacerse de alguna tararira, de una boga, de algún pejerrey, aunque lo que predomina en verano son los dorados. Pero para conseguirlos, los circunstanciales pescadores deben batallar con imposibles nubes de mosquitos, que feroces caen sobre sus curtidos rostros. También Correa debe enfrentar aquella caballería voladora mientras cruza los montes de algarrobo plagados de espinosos nidos de cotorras. Viera lo alcanza cuando está llegando a su casa. Está alterado.

-Ya tengo más de cincuenta hombres. ¿Cuándo es el día?

Correa nota la decisión que embarga a Viera y solamente atina a decir, como la vez anterior:

-No es tiempo aún, continúe acopiando más gente.

Ya no puede sostener la situación y por eso le promete que inmediatamente comenzará a requerir a su gente, para que esté lista a su llamado. Palpaba diariamente que los ánimos de los vecinos estaban sobrecargados. Podían decidir no esperar más y pasar por encima de las recomendaciones y cualquier error apeligraba costar caro. Entonces rumbea hasta la casa de uno de sus contactos. Y le dice:

-Llame al Comisionado del Cololó, don Félix Rodríguez. Es preciso llevar adelante la obra…

***

Félix y Correa tienen casi la misma edad y son viejos amigos, por eso el encuentro desborda de regocijo y picardías, hasta que el Alférez baja a su antiguo compinche teatralmente a la realidad.

-Ha llegado el momento que usted demuestre con denuedo su amor a la patria.

Don Félix lo mira expectante. Algo trascendente lo espera.

-Pa´ lo que usted mande…

-Se alarma porción de gente, con Pedro Viera a la cabeza.

No hay que explicar más. Los dos saben de qué se trata.

-Para atacar estos pueblos y sujetarlos al gobierno de Buenos Aires, es preciso que usted convoque todo su vecindario, para que cuando les avise Viera, corra con su gente a la reunión.

El Comisionado se despide embargado por la emoción. Casi enseguida Correa manda a llamar a Sebastián Cornejo, Basilio Cabral y Francisco Bicudo, en los que deposita la mayor confianza.

Ni bien llegan, les impone de qué se trataba.

-Cada uno de por sí, como cabezas de división, convoquen toda la gente que puedan en los partidos de Coquimbo y Sarandí, para cuando Viera les avise.

Entusiasmado. Bicudo responde por los tres.

-¡Hay que abajar la cerviz y el orgullo de los españoles, de quienes merecimos tantas injurias!

Correa los mira perderse entre los montes. El camino ha sido iniciado.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+