domingo

CONFIESO QUE HE MORIDO (8) - HUGO GIOVANETTI VIOLA



UNO: FINAL EN EL OBELISCO (6)
(crímenes y milagros en el 83)

29

Isabelino Pena estornudó dieciséis veces y cerró la ventanilla del ómnibus antes de rezongar:

-Che, ahora no vengan a joderme con las ecografías. Esperá el resultado de los análisis, por lo menos. Y además no te olvides que yo siempre fui el Lawrence Olivier de los hipocondríacos. ¿Así que Tribilín es de la barra estalinista? Mirá vos la ficha que terminó por contratar el pintoresco para blanquear la joda.

-Por lo menos Paris tiene talento: anoche parecía la Reina de las Llamadas. Ojo al gol -se incorpora Ma-Sa señalando un furgón policial y un móvil televisivo.

-Pa. Justo aquel es el rancho de la Lulú.

-Cómo progresó Jorge.

Esta vez Aparicio Saravia estaba seca, pero no encontraron ni al cura ni a Magda en el hogar para adolescentes.

-Vos quédate aquí, mija. Hay más moros que en Lepanto -siento como si el Fondo del Mundo le acabara de hacer una guiñada a la novela andante.

El detective no llegó a tiempo para ver cargar el cuerpo en el furgón. Y cuando termino de desenrollar mentalmente un Ave María y un Padrenuestro aparece mi hermano y sonrío de colmillo:

-¿Tendrían tanta necesidad de filmar a un travesti vuelto pajarito?

-Era la Moria, don Pepe -explicó Magda desde atrás. -Apareció tirada aquí con un balazo en la cabeza. La Lulú murió el sábado pasado.


30

Isabelino Pena vio cruzar dos garcitas blancas y sacó la cabeza por la ventana para gritarles a Ma-Sa y a Peluca:

-Soplan buenos augurios.

Ellas no me dan bola y siguen bajando hacia la parada mientras yo pongo a hinchar la yerba sin poder desengranarme del tic-tac de los asesinatos, hasta que veo estacionarse una ambulancia.

-Me parece que se fracturó la cadera -secreteó la sobrina de doña Pura en el palier. -Y fue una caída boba. Por querer ordenar el cuarto.

Al rato sacan a la Dama en un sillón de ruedas con el pelo muy aplastado y sonríe plateadamente:

-¿Cómo marchan las investigaciones?

-Más o menos -compuso un Bogart casi sacerdotal Isabelino Pena. -Pero siempre se sale adelante.

-Eso es lo que yo creo -tintineó ella. -Y el 27 de noviembre pienso cumplir los cien. Si Dios quiere.

Después el detective entró al dormitorio chico y encontró a Dostoievski y a Juan de la Cruz sentados en la cama turca.

-Ah. Ya se van -me erizo.

-Sí. Y no se olvide que los que trataron de cortarle la cabeza a la divinidad terminaron adoran momias con maquillaje -resopló el ruso.

-Y que la yerbabuena infusa en la patria celestial es el único verdor que no perecerá -saborea el primer mate el santico.


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Isabelino pena ayudó a Ma-Sa a instalarse en el dormitorio chico. Y de golpe hace un puchero y termina por confesar hipando horriblemente:

-A mamá la perdoné. Pero ahora tengo miedo de no poder llegar a creer de verdad.

Entonces sonó el timbre de la calle con demasiado peso y el investigador liliputiense se encrestó:

-El boniato que faltaba.

-Mayor Campbell. Qué honor -siento que el clic de la corazonada responde al avistamiento de las garcitas-ángeles.

-El amigo Ricky Campbell, don Pepe. O ex-vecino, por lo menos. ¿Puedo pasar?

-Seguro. Qué modales democráticos.

-¿Ahora que nos vienen arriba se da el lujo de cacharme y todo? Dicen que el 27 nos van a bombardear a pedos.

-Sentate -carcajeó atrincherándose en el escritorio Isabelino Pena. -¿Qué buscabas, botija?

Y recién me doy cuenta que la perversidad se le acaba de aniñar conmovedoramente.

-Mataron a la Moria.

-Me enteré.

-¿Le contaron que ella también apareció con un huevo frito a caballo?

El viejo observó el clavo que sostuvo durante años la maternidad de Gurvich y salmodió:

-El cielo tiene playas donde evitar la vida / y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.

-Y lo peor es que esa noche me llamó por teléfono pero no me encontró -se le agrisan las pecas como escamas. -¿Usted pudo localizar la guitarra?

-Cero al gol todavía. ¿Sabés que volvió Ma-Sa?

-Sí. Anoche me di una pasadita por el conventillo y enseguida la juné: está preciosa. Los exiliados sí que le pusieron la canilla a la vaca. Con todo respeto.

-Ella nunca estuvo exiliada.

-Da lo mismo, don Pepe -recuperó su rictus selvático el policía. -No vamos a discutir boludeces a esta altura: ya se vendió el pescau. Lo que quería pedirle era que se cuidara. En serio.

-Que me cuide de quién.

-Del soretaje que cae a Palermo a bolchear. De los faloperos que es enloquecen tanto cuando se sientan que los filman de Cayetano y después chau mi plata. Yo me voy a descansar unos días a la Punta. No le conviene mucho volver a meter la ñata por allá. Se lo digo de todo corazón.

-Tu madrina -retruco mientras la gran cabeza rapada me sonríe desde la calle y desaparece a pique en un super sport color panza de sapo.


32

Isabelino Pena encontró a Willi Carrión armando una fogata con restos de coronas fúnebres. La gurisada se le amontona alrededor como si fuese un entrenamiento para la quema del Judas.

-Hoy es el primer día que mi mamita sale a dar una vuelta -explicó el muchacho cuando entraron. -Debe haber ido al rosedal.

-¿Ya decidieron vender la casa?

-Ahora no nos conviene. Lo del dólar cagó todo. ¿Te imaginás lo que es dar clases de guitarra dos meses en un panteón? No hubo forma de hacerle tirar los floripondios. Yo te juro que el zarpe de Ofelia era un poroto al lado de este show.

Y de repente se suelta el pelo y jadea boca arriba:

-La estrellera no aparece por ningún lado. No sé qué hacer. ¿Cuánto puede costar esa guitarra?

-No tiene precio.

-Lo que no puedo creer es que mi viejo la haya vendido. Eso es algo imposible. Ni siquiera dejó que la filmara sin permiso un fantasma de la televisión de Maldonado que cayó un día a joder. Un tal Perales.

-Capaz que se la robaron.

Willi me escruta el moretón ya muy pálido y no tengo más remedio que confesar:

-A tu padre le dio el infarto en la vereda de mi casa. Pura causalidad. Y una vecina que lo conoce me asegura que esa noche él llevaba la guitarra recién arreglada para mostrársela.

-La cantante.

-Seguro. Y yo no necesito sacar ninguna foto para ninguna tapa de novela. ¿Okey?

-Okey -suspiró el peludo. -Te agradezco la sinceridad y te la retribuyo: a mí me ofrecieron tocar en un espectáculo teatral toda la temporada en Casamar siempre que sea con la estrellera. Lo que pensaba era alquilársela a los parientes de Leonardo Regusci pero ahora se pudrió todo. Voy a tener que encararlos de una vez y ofrecerles una indemnización o algo así.

-Esperá un poco, Willi. Capaz que todavía aparece. ¿No sabés dónde puedo localizar a ese señor Perales?

-Ya te doy la dirección. Mirá que es un payaso: lo mandó una recontraparienta de mi vieja.

Y recién cuando salimos a la calle pregunta:

-Vos creés en los milagros.

-Creo en la felicidad -contestó el detective observando el caserón de enfrente a través de la humareda.

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