domingo

EL TEATRO Y SU DOBLE (24) - ANTONIN ARTAUD


LA PUESTA EN ESCENA Y LA METAFÍSICA (8)

En un film de los hermanos Marx un hombre que va a abrazar a una mujer, y abraza en cambio a una vaca, que lanza un mugido. Y por un concurso de circunstancias que sería muy largo enumerar, ese mugido, en ese momento, adquiere una dignidad intelectual semejante a la de cualquier grito de mujer.

Una situación parecida, posible en el cine, no es menos posible en el teatro (bastaría muy poco), por ejemplo, reemplazar a la vaca por un maniquí animado, una especie de monstruo parlante o de hombre disfrazado de animal, para redescubrir el secreto de una poesía objetiva basada en el humor que el teatro cedió al music-hall y que el cine adoptó más tarde.

Hablé hace un momento de peligro. El mejor modo, me parece, de mostrar en escena esta idea de peligro es recurrir a lo imprevisto no en las situaciones sino en las cosas, la transición intempestiva, brusca, de una imagen pensada a una imagen verdadera; por ejemplo: un hombre blasfema y ve materializarse ante él la imagen de su blasfemia (a condición, sin embargo, agregaré, de que esa imagen no sea enteramente gratuita, que dé nacimiento a su vez a otras imágenes en la misma vena espiritual, etcétera).

Otro ejemplo: la aparición repentina de un ser fabricado, de trapo y madera, inventado enteramente, que no correspondiese a nada, y sin embargo perturbador por naturaleza, capaz de devolver a la escena un pequeño soplo de ese gran miedo metafísico que es la raíz de todo el teatro antiguo.

Los balineses con su dragón imaginario, y todos los orientales, no han perdido el sentido de este miedo misterioso, en el que reconocen uno de los elementos más conmovedores del teatro (y en verdad el elemento esencial) cuando se lo sitúa en su verdadero nivel.

La verdadera poesía es metafísica, quiéraselo o no, y yo aun diría que su valor depende de su alcance metafísico, de su grado de eficacia metafísica.

Por segundo o tercera vez invoco aquí a la metafísica. Hablaba hace un momento, a propósito de psicología, de ideas muertas, y entiendo que muchos querrían decirme que si hay en el mundo una idea inhumana, una idea ineficaz y muerta, inexpresiva, es precisamente la idea de metafísica.

Esto se debe, como decía René Guénon, “a nuestra manera puramente occidental, a nuestra manera antipoética y trincada de considerar los principios (independientemente del estado espiritual energético y masivo que les corresponde)”.

En el teatro oriental de tendencias metafísicas, opuesto al teatro occidental de tendencias psicológicas, todo ese complejo de gestos, signos, actitudes, sonoridades, que son el lenguaje de la realización y la escena, ese lenguaje que ejerce plenamente sus efectos físicos y poéticos en todos los niveles de conciencia y en todos los sentidos, introduce necesariamente al pensamiento a adoptar actitudes profundas que podrían llamarse metafísica-en-acción.

Retomaré pronto este punto. Volvamos por ahora al teatro conocido.

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