domingo

LECCIONES DE VIDA (73) - ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER


9 / LA LECCIÓN DEL ENFADO (4)

DK (2)

Los miedos no afrontados se convierten en enfado. Cuando no prestamos atención a nuestros miedos o ni siquiera sabemos que los tenemos, se transforman en enfado. Y si no nos enfrentamos al enfado, este se convertirá en rabia.

Estamos más acostumbrados a enfrentarnos a nuestros enfados que a nuestros miedos. Nos resulta más fácil decir a nuestra pareja: “Estoy enfadado contigo” que “Tengo miedo de que me dejes”. Es más sencillo para nosotros enfadarnos porque algo va mal que admitir que tenemos miedo de no ser lo bastante buenos.

Hace unos meses, un joven llamado Andrew tenía que encontrarse con su novia, Melanie, en un bar. Sin embargo, había varios bares de la misma empresa por toda la ciudad, y cada uno fue a uno distinto. Andrew esperó a Melanie durante treinta o cuarenta minutos, le dejó un mensaje en el contestador y regresó a su apartamento.

“Me imaginé que había habido algún malentendido y pensé que nos veríamos en otro momento, pero la reacción de Melanie fue distinta. Se enfadó mucho conmigo. Supuso que le había dado plantón a propósito, y me dijo que la había decepcionado y que ya no podía confiar en mí. Yo le respondí que, simplemente, nos habíamos confundido de bar.”

Lo que para Andrew fue una simple confusión, para Melanie supuso una gran decepción que le hizo pensar que no se podía confiar en Andrew y que la volvería a defraudar. Melanie adjudicó más enfado a la situación de la que esta merecía. Posiblemente se trataba de un enfado que provenía de viejas heridas  y que le impidió ver la realidad tal como era.

Melanie no supo reconocer el miedo que se ocultaba tras su enfado, y convirtió a Andrew en el culpable de la situación. Por desgracia, dio un único paso: se enfadó. Todos somos muy buenos dando ese paso: “Estoy enfadado porque no viniste”, “Estoy enfadado porque has llegado tarde”, “Estoy enfadado porque no has hecho un buen trabajo”, “Estoy enfadado por lo que me has dicho”. Pero tenemos que aprender a dar el segundo, es decir, mirar en nuestro interior y explorar el miedo que hay dentro. A continuación damos unas cuantas pistas sobre lo que podría estar ocurriendo realmente:

* El enfado. Estoy enfadado porque no viniste.
* El miedo subyacente: Cuando no vienes, tengo miedo de que me hayas abandonado.
* El enfado: Estoy enfadado porque has llegado tarde.
* El miedo subyacente: Para ti, no soy tan importante como tu trabajo.
* El enfado: Estoy enfadado porque no has hecho un buen trabajo.
* El miedo subyacente: Tengo miedo de que ingresemos menos dinero y no podamos pagar las facturas.
* El enfado: Estoy enfadado por lo que me has dicho.
* El miedo subyacente: Tengo miedo de que ya no me quieras.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+