DOS: ME SOBRA CORAZÓN
33
Doris invitó a Brenda a pasar la noche en el bungalow y después que cenaron le pidió que la ayudara a preparar una sorpresa para la boda.
-¿Y esto? -se le doraron las pupilas a la actriz cuando vio a su consuegra abrir dos cajas enormes llenas de cuencos de vidrio y pequeños velones.
-Tengo que preparar cincuenta candilejas pero no te puedo contar más nada porque es una sorpresa para todos. Me contaban mis abuelos que ellos lo hicieron en el Osttirol y desde que Poli y Beto se comprometieron me prometí ayudarlos así. Habemus cielo es el nombre de un poema de Jerónimo, ¿verdad?
-Sí. Es el que más me gusta, aparte de una canción que se llama el Romance de la corola de madera.
-Bueno, mañana cuando oscurezca vamos a terminar de bajar el cielo a la tierra -empezó a colocar los velones en los cuencos la mujer que no podía parar de fumar. -Hoy te noto muy triste.
-Es que tengo miedo de terminar perdiendo a toda mi familia -se agarró el pecho izquierdo Brenda.
-¿Pero por qué tanto drama?
-Porque no podemos terminar de llevarnos bien. Ninguno me soporta la falta de fe.
-¿Pero no te hizo bien volver a filmar? Aunque ya sabés que tanto Beto como yo sentimos que esa Tertulia lunática es bastante siniestra.
-Pero en el guión de la película también hay una prosa llenísima de amor que Herrera y Reissig leyó en un cementerio y eso también lo actué y me sentí San Esteban entrando al paraíso. Julio ya estaba jorobado y deshecho por las taquicardias congénitas y tenía el cuerpo lleno de las pústulas que le provocaban las inyecciones de morfina.
-Pobrecito.
-Y me pasó exactamente lo mismo que cuando leía a Salinger y veía la verdad. Además te confieso que fue la única vez que me di cuenta que lo único que importa es dar la vida.
-Y yo te puedo asegurar que al horror lo vencés, aunque te cueste todo. No te olvides que ya hace años que mi hija se volvió otra y mi ex-marido terminó transformándose en un Frankestein de vaudevil.
Las dos mujeres iban embutiendo los velones en los cuencos y después de mucho rato la matrona del Osttirol murmuró:
-Yo también tengo miedo de lo que pueda pasar mañana con Karla y con el Chacho. Hace años que no nos vemos. Pero en la posguerra los vieneses tuvimos que aprender a reconstruir la ciudad piedrita por piedrita. Y no nos quedó tan mal.
-¿Tus abuelos fueron felices?
-Sí. Y hace poco soñé que eran dos esqueletos abrazados.
-Y yo soñé que Jeronimito jugaba a la rayuela con mi cuñado.
-Bueno -bostezó una humareda Doris con una placidez fosforecente. -Ya quedaron prontos los ladrillos para hacer la fortaleza adonde no entra el diablo.
34
Después de que Roberto Savoy y Paula Rabí fueron declarados Mann und Frau empezaron a besarse tan desenfrenadamente que hasta la propia Richterin terminó por aplaudirlos.
-Usted más que una mujer parece un cisne, consuegra -se sacó el gran sombrero el hombrón de nariz granulosa para reverenciar a Brenda cuando bajaron a brindar en la entrada enjardinada del Standesamt.
-Será por eso que nunca canto -le hizo una guiñada la actriz de escotadísima vaporosidad a Karla. -
¿Ya les presentaron a Senel?
-Mucho gusto -le agarró la mano y el antebrazo el Chacho al cura que ahora parecía aureolado por la gracia de ingravidez que lo transfiguraba en las homilías. -Te aclaro que yo no nunca creí en nada, pero cuando mi mujer llegaba muy tarde del hospital y tenía que darles conciertos a los chiquilines para que se durmieran lo que más nos gustaba era cantar juntos el Padrenuestro con la música de Sounds of silence.
-Era mi preferida -sonrió la rubicunda mujerona de pechos aplastados por un traje varonil y una corbata de rayas azules y rojas.
-En mi parroquia había mucha gente que vive esa canción como el momento celestial de la eucaristía -recogió una copa de espumante y un ramito de siemprevivas Senel de una bandeja y un canasto que hacía circular Doris. -Esto de tirarle flores a los novios en lugar de arroz es una buena idea.
-Pero se inventó nada más que por cuestiones de higiene -hizo fondo blanco el hombre de aliento resacoso. -Acá las manifestaciones sindicales se hacen seguidas por patrullas de limpiadores para que no quede ni un pucho ni un papel tirado. A mí esas manías ecológicas me hacen reír los huevos.
Y después del brindis y de la lluvia de siemprevivas Poli y Beto posaron para los celulares incrustados mansamente en el mediodía que rielaba sobre el patio empedrado y Doris se acercó a su consuegra para llenarle la copa murmurando:
-¿Y vos a qué hora te pensás pintar los labios?
-Cuando les organices la sorpresa.
-¿Y en ese momento no te animarías a actuar alguno de los monólogos?
-¿Pero vos estás loca?
-¿Cuánto dura ese discurso llenísimo de amor que Herrera y Reissig recitó en el cementerio?
-Eso es largo y difícil. Y además los invitados que no entienden español se van a embolar mucho.
-¿Pero a vos no te emocionó el Padrenuestro de la novela que traduje al alemán?
-Son cosas muy distintas. ¿Sabés que todavía estoy asombrada de la cantidad de besos que se dieron Beto y Poli? Nunca había visto un casamiento igual.
-Es que cuando al Chacho lo atacaba la adoración parecía que se iba a comer a los chiquilines de tanto que los apretujaba. Fue nuestra época de oro.
Entonces Brenda se quedó contemplando al hombre-cowboy con triste admiración.
35
-Qué pareja divina que forman -cloqueó Michita en el skype cuando recibió las fotos. -¿Y a qué hora es el asado?
-A las cinco -empezó a jugar con la tapa del lápiz labial Brenda. -A mí me pasa a buscar Doris dentro de un rato, pero mucha gente ya arrancó para la bodega. Se llega perfectamente en metro.
-Quisiera leerte algo, siempre que no te venga la alergia anticatólica.
-Bueno -se le amielaron las pupilas a la mujer-cisne.
-Es el final de una carta que le escribió Mozart al padre desde Viena a los 31 años. Siempre fue la preferida de mi esposito, y me pidió que se la leyera en el sanatorio después que le dieron la extremaunción.
-¿Pero estas cosas no te hacen mal, Michita?
-No, al contrario. Escuchá: pues la muerte, para llamarla por su nombre, es la verdadera finalidad de nuestra vida. Por ello es que de unos años a esta parte he hecho relación con esta verdadera amiga del hombre, ¡de tal modo que su figura no sólo ya no me asusta sino que me tranquiliza y me consuela! Agradezco a Dios porque me ha concedido la gracia de darme oportunidad (¿me entiende, verdad?) de conocerlo y saber que Él es la llave para nuestra verdadera felicidad. Nunca me acuesto sin pensar que quizá no he de ver el día siguiente, a pesar de lo joven que soy, y no hay persona de cuantas me conocen que pueda decir que estoy gruñón o triste, y por esta dicha agradezco todos los días a mi creador y se la deseo de corazón a todos mis prójimos. Y está firmada el 4 de abril de 1787.
Brenda destapó del todo el lápiz labial y se quedó mirando el resplandor bermellón como si fuera un glande.
-¿Verdad que no es morboso? -sonrió la vieja.
-No. ¿Pero te sentís bien de verdad?
-La que tiene el bobo encabritado sos vos, mi querida. Y el otro día te dije que pienso acompañarte a conocer a tu nieto en enero, de lo sana que estoy. Che: ¿invitaron a mucha gente al asado?
-Al final hubo cupo nada más que para sesenta personas, porque la bodeguita es una preciosura medieval medio subterránea pero teníamos miedo de que lloviera y adentro hay poco sitio. Lo ideal es que comamos abajo de las parras.
-Me estás hablando como si ya te sintieras de la familia.
-Sí. Ayer acompañé a Doris a llevar las bebidas y pasamos muy bien. Y además te confieso que el padre de Beto no me cayó como el malo de la película.
-¿El degenerado?
-Ta. Pero por lo menos se comía a besos a los hijos cuando eran chiquitos. Yo siempre fui más seca que una lija.
-Vas a ver que con ese vestido hoy terminás volando.
-Me encantó lo que leíste de Mozart, Michita, Capaz que uno llega a eso.
-Hay que llegar a eso.
36
Senel llegó al apartamento de Erdbergstrasse 33 cuando su madre acababa de irse a la fiesta con Doris y aprovechó para skypear con el doctor Rabí.
-Poli ya me mandó las fotos -chupó la bombilla ansiosamente el hombre con físico de rugbista y risita chillona. -Y además me contó que se comieron a chupones en el Registro Civil. ¿A qué hora empezás a hacer el asado?
-Ya salgo para allá. Pero me demoré un poco porque antes quería pasar por la catedral. No te olvides que estoy en misión.
-Tu madre está preciosísima.
-Tal cual. Es como si hubiera dos novias. ¿Y a vos qué te pasa?
-Lo de siempre. Dormí cuatro míseras horitas porque estuve de guardia y la última pesadilla me dejó hecho un Gregor Samsa. Pero cuando llegaron las fotos repeché enseguida.
Entonces Senel bajó su rubiedad ya blanca cortada a lo cepillo y confesó:
-Es increíble que mamá sea la única persona capaz de darse cuenta que todavía sigo sudando sangre por haber tenido que dejar la parroquia, viejo. Hasta ahora se lo pude disimular a todo el mundo, pero ella se da cuenta. Y me parece imperdonable que justo en esta boda me esté sintiendo como un cómplice del luto del corazón. ¿Te acordás de la canción de Sabina?
-¿Y por eso pasaste por la catedral?
-Quería pedirle garra a San Esteban.
-¿Y si yo te dijera que en mi pesadilla veía cómo los patos lindos iban lapidando a tu madre desde que era chiquita? Y ella aparecía siempre vestida de blanco: primero con el vestido de comunión, después con el de los quince y al final con el del casamiento por iglesia. Aunque nunca usó ninguno.
-Hechos, 6, 15: Las autoridades y todos los que estaban allí sentados, al mirar a Esteban, vieron que su cara era como la de un ángel.
-Pero lo más horrible era que Brenda tenía pintado una especie de corazón en la boca y se murió riéndose.
-Qué pesadilla hermosa.
-Sí. Porque no la tuviste vos.
-Pero me acaba de levantar un poco el corazón -se le iluminó relampagueantemente la angustia al cura.
-¿Cuántos pulpones tenés que hacer?
-Cuatro. Y en estas barbacoas con carbón es un huevo graduarlos. Tienen que estar prontos más o menos para las siete, porque ellos antes van comiendo de todo.
-Pero igual sellales el jugo a los quince minutos, por las dudas.
-Gracias, viejo. Y mientras se hace el asado me voy a tomar unos mates pero después le pienso dar al espumante con todo.
-Eso demuestra que ya te volviste a poner la celeste -se rio fuerte el doctor, haciendo chirriar la bombilla. -Y déjate de joder de una vez con las cagueras de Sabina.
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