domingo

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 194


44: EDUCAR A NUESTRA VERGONZOSA VOZ INTERNA

John Bradshaw (2)

La voz interna

Robert Firestone denominaba “voz interna” a esa especie de “diálogo interno” que sostenemos con nosotros mismos. Diversos autores han descrito esa voz interna de muy diferentes modos. Para Eric Berne se trata de una especie de cassettes que recogen unas veinticinco mil horas de grabaciones familiares. Según Fritz Perls y la Gestalt son “voces familiares introyectadas”. Aaron, por su parte, las denomina “pensamientos automáticos”. Pero sea cual fuere el nombre que les adjudiquemos, lo cierto es que todos nosotros mantenemos este tipo de diálogo interno que, en el caso de los tímidos, suele ser francamente autocrítico.

La voz interna de las personas timidas suele afirmar que son despreciables, indignos y malvados, contribuyendo, de este modo, a alimentar la imagen de que son niños malos. La voz puede ser experimentada como si fuera un pensamiento consciente, pero, en la mayoría de los casos, sin embargo, se trata de un sentimiento parcial o totalmente inconsciente. Es por ello que la mayoría de nosotros sólo somos conscientes de la voz en aquellas situaciones tensas en las que nos sentimos avergonzados. Después de cometer un error, por ejemplo, uno puede decirse “¡Qué tonto eres!”, “¡Otra vez igual!”, “¡No aprenderás nunca!”, etcétera. Antes de una importante entrevista para solicitar trabajo, por ejemplo, la voz puede atormentarnos con pensamientos del tipo: “¿Cómo puedes pensar que estás preparado para asumir las responsabilidades de un trabajo así? Además, estás muy nervioso y ellos, sin duda, van a darse cuenta”.

Resulta extraordinariamente difícil desembarazarnos de la voz interna debido a la ruptura original del vínculo interpersonal y el establecimiento de esa mediación imaginaria. Cuando éramos niños nos sentíamos abandonados (reprimidos, ofendidos, confundidos) y cuanto más severo fue ese abandono mayor fue la necesidad de crear una conexión ilusoria con nuestros padres. Esta conexión es lo que Robert Firestone denomina el “vínculo imaginario”,

Pero para poder llegar a establecer este “vínculo imaginario” -cuyo único propósito es la supervivencia- el niño, que depende irremediablemente de sus padres, no puede culparlos porque, en tal caso, no podría sobrevivir y, por consiguiente, se ve forzado a idealizarlos y a autoinculparse, a volverse “malo”. De este modo, el vínculo imaginario (que hace buenos a los padres y malo al hijo) cumple la misma función que los espejismos del desierto y proporciona al niño la ilusión de que en esta vida puede hallar alimento y sustento. Y no sólo esto, sino que con el correr de los años, cuando el niño crezca y deje a sus padres, la voz interna seguirá manteniendo ese vínculo imaginario que una vez fue externo. De este modo, la voz exasperada, represora y punitiva de sus padres termina por internalizarse. Por este motivo, el proceso de afrontar y transformar la voz interna crea una enorme ansiedad. Sin embargo, como apunta Firestone: “No es posible una transformación terapéutica  profunda que no vaya acompañada de esta ansiedad”.

La voz está configurada principalmente por las herméticas defensas de la mentalidad pacata de nuestros primeros censores. Del mismo modo que unos padres tímidos no pueden aceptar su debilidad, sus anhelos, sus sentimientos, su vulnerabilidad y sus dependencias, tampoco pueden aceptar las necesidades, los sentimientos, la debilidad, la vulnerabilidad y la dependencia de sus hijos. Para Firestone la voz es el resultado del deseo profundamente reprimido de los “padres” de destruir la espontaneidad y vitalidad de sus hijos cuando esos sentimientos amenazaban sus propios mecanismos de defensa.

Robert Firestone ha efectuado un trabajo pionero en la identificación de los orígenes y tendencias destructivas de la voz, desarrollando algunos métodos muy eficaces pata traer a la conciencia de los padres esos pensamientos hostiles. Según él, “el proceso de formular y verbalizar los pensamientos negativos ayuda a paliar el efecto destructivo de la voz en la conducta de los padres”.

En la terapia con la voz de los pacientes aprenden a externalizar sus pensamientos internos más críticos y, al actuar así, sacan a la luz el acoso constante al que someten a su propia personalidad y desarrollan, a la postre, recursos para transformar su actitud negativa en una perspectiva más objetiva y menos prejuiciosa. A medida que se externaliza la voz a través de la verbalización se liberan inmensos sentimientos que desembocan en una poderosa catarsis emocional acompañada de la correspondiente comprensión.

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