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JUAN FALÚ “ESTOY EN CONTRA DEL USO PERVERSO DE LA MÚSICA”


La semana pasada se realizó, en la Facultad de Artes y Diseño de la UNCuyo, la charla “Música: entre la tradición, el oficio y la innovación”, a cargo de los mendocinos Carlos Casciani y Alejandra Bermejillo, y el visitante tucumano Juan Falú.
Polo Martí, moderador y profesor de la Cátedra Abierta de Música Popular, provocó el diálogo, a partir de cuatro disparadores audiovisuales. La discusión, ante un auditorio colmado de estudiantes, fue de muy alto nivel, profunda, y auspiciosamente encendida en varios tramos. Las dos horas de intercambio serían inabarcables en este espacio. Es por eso que, desde EL OTRO, decidimos detenernos en uno de los ejes argumentales que el músico Juan Falú desarrolló desde el comienzo del encuentro.
En una pantalla de video se lo ve y escucha a Atahualpa Yupanqui. Habla del criollismo, “sin idea de farra ni de jolgorio”, sino como “ceremonia ritual”. El gran poeta y músico argentino señala que se fue pervirtiendo “el concepto, el sentido y la práctica del folclore, y se lo puso al servicio de la farra, de la cosa frívola e insustancial”. Sobre el final del recorte de una entrevista, Atahualpa dice: “No creo que el gritar ayude a nadie en materia de canto profundo, no se le puede cantar a la tierra, ningún hombre le puede decir a la mujer: ´te amo´, a los alaridos. O baja la voz, o nada es cierto”.
“Yupanqui es un pensador, es un decidor, es un poeta, es un músico, un guitarrista, pero también es un filósofo”, arranca en su exposición Juan Falú, y explica su visión acerca del pensamiento de uno de los más grandes referentes de la cultura sudamericana, y el vínculo de este con la actual utilización de la música.
Falú textual
 “La primera cosa que me llama la atención es que Yupanqui habla de su tierra, de su pueblo, y no habla de sí mismo. ¿Se dieron cuenta? Nosotros tenemos muchos próceres de la cultura que se la pasan hablando de sí mismos. Creo que el narcisismo es uno de los enemigos fundamentales cuando hablamos de arte. Creo que es lo que mayores estragos causa en el desempeño artístico, en el modo de hacer arte, en el modo de vivirlo al arte, y en el modo de compartirlo”.
“Después, están estos conceptos sobre lo criollo, lo ceremonial, lo ritual; y la contracara de eso que es la farra y el espectáculo, o el grito. Yo me acordé enseguida del extraordinario acto que se hizo en Plaza de Mayo en contra del 2×1. Fue un acto realmente histórico. (…) Yo ya estaba renegando porque estaban pasando rock, reggae, rap (no sé los nombres muy bien de los géneros), cumbia, con altísimo volumen. Y yo decía: ´la puta madre, ¿no puede sonar Yupanqui en este acto? ¿No era para que suene la Milonga de los hermanos?´”
“Sentí que es miserable el uso de la música, a veces, que es la expresión más peligrosa de la desmemoria, del vaciamiento, de la sustitución de símbolos, de significantes de la cultura. Porque con la preeminencia que hay de los medios, para condicionar lo que se hace, lo que se escucha, lo que se canta, lo que se come, y la manera con que se hace todo eso, la manera con que se baila o, como dice Yupanqui, cómo se grita, las maneras de los volúmenes, el acostumbrarse a que la música sea, en vez de ese bien sagrado de la humanidad o de las culturas, un acompañante no solicitado que está todo el tiempo, en todos los lugares de nuestras vidas”.
“(La música) está en los bares, está en los taxis, está en los colectivos, está en los shoppings, en los supermercados coreanos y chinos, a todo volumen, música que nosotros no queremos escuchar, que no elegimos escuchar, y que terminamos, desgraciadamente, asumiendo”.
“Porque lo mediático genera eso, comportamientos enajenados que responden a ese direccionamiento. Entonces hay una población que está completamente desnuda y a expensas de esa formación de lo mediático. Porque nosotros somos unos privilegiados, ustedes (señala al auditorio) y nosotros, tenemos la posibilidad de estas reuniones, del pensamiento, el debate, de elegir lo que vamos a hacer, de decidir qué música vamos a hacer, qué arte vamos a hacer. Pero piensen en el pueblo que está completamente a expensas de esos mensajes, y canta, baila y reproduce toda esa música de porquería que está todos los días, en todos los lugares, y en todos los momentos.”
“Se imaginarán que no estoy en contra de la música… Estoy en contra de ese uso perverso de la música (…) Desgraciadamente, o felizmente tal vez, los que elegimos el arte en un sentido esencial, en el sentido de cómo nos permite trascender como individuos, como colectividades, como comunidades, cómo nos permite acercarnos a la noción más profunda de la libertad, todo eso que dignifica qué es lo esencial del arte, todo eso hoy es un movimiento de resistencia frente al otro sentido del arte, el sentido del mercado.”
“Debemos tener consciencia de la enorme responsabilidad histórica, al asumir el arte en su expresión más sagrada y más esencial. Porque nos hemos transformado, tal vez sin saberlo, en una enorme resistencia a los mecanismos más enajenantes que yo he visto en mi vida, respecto del uso mediático de la información, del conocimiento, y de la consciencia”.
“La música hoy es un elemento que tiene el don de la ubicuidad, el don que tiene solo Dios, de estar en todo tiempo y todo lugar. Lo tiene esa música usada de esa manera. Para mí es un mecanismo de enajenación mental, de daños neurológicos, de daños a la consciencia, elimina el silencio. ¿Quién dijo que, porque haya ruido en estos tiempos, el silencio dejó de ser algo necesario?  ¿Quién dijo? O ustedes que son músicos, ¿no valoran una canción hecha de una manera ceremoniosa como decía Yupanqui?”
“O sea, además de los festivales, de los mega festivales, además de los mega volúmenes que se usan -para mí como herramienta de dominación-, o el utilizar la música solo como un sistema de descarga, y no como un sistema de profundización de emociones, de reflexiones, de un contacto con la historia, con símbolos… Eso para mí es enajenación. Y no hablo de los músicos, hablo de un sistema que utiliza perversamente a la música”.



Juan Falú
Es músico de formación autodidáctica, considerado como referente fundamental de la música argentina, en su doble condición de compositor e intérprete.
Sus obras para guitarra recrean las raíces musicales argentinas, además de ser creador de canciones que integran el repertorio de destacados intérpretes del folklore argentino.
Como intérprete, Juan Falú revela un profundo conocimiento de las músicas de su tierra, proyectándolas desde la raíz hacia nuevos horizontes y con una reconocida capacidad de improvisación.
Ha ofrecido conciertos en prestigiosas salas de más de treinta países de las Américas, Europa, Asia y África, durante 30 años ininterrumpidos.
Varios de sus numerosos registros discográficos fueron mencionados entre las mejores producciones de sus respectivos años, por la prensa argentina y medios internacionales especializados.
Fue “artista destacado del año” en diversos balances anuales de medios especializados y parte de su obra musical se editó en Argentina, Francia, Bélgica, México y Costa Rica.
Es docente en la Universidad de San Martín y ex-docente del Conservatorio Manuel de Falla, de Buenos Aires. En ambas instituciones ha impulsado, respectivamente, la creación de la Licenciatura de Música Argentina y la Carrera de Folclore y Tango.
Integró el Directorio del Fondo Nacional de las Artes de la República Argentina, desde el año 2005 hasta el 2016.
Dirige el festival Guitarras del Mundo, considerado el mayor encuentro internacional de su género.
Recibió el título Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Martín, Argentina.

Fuente: www.juanfalu.com.ar

(EL OTRO / Mendoza / 30-6-2017)

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