domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (2) - SAN JUAN DE LA CRUZ


Declaración de las canciones que tratan de el ejercicio de amor entre el alma y el esposo Cristo. En la cual se tocan y declaran algunos puntos y efectos de oración: a petición de la madre Ana de Jesús, priora de las Descalzas en Sant Joseph. De Granada año de 1584.

PRÓLOGO (2)

3 / Por tanto, seré bien breve; aunque no podrá ser menos de alargarme en algunas partes donde lo pidiere la materia, y en donde se ofreciere ocasión de tratar y declarar algunos puntos y efectos de oración, que, por tocarse en las Canciones muchos, no podrá ser menos de tratar algunos. Pero, dejando los más comunes, notaré brevemente los más extraordinarios que pasan por los que han pasado, con el favor de Dios, de principiantes. Y esto por dos cosas: la una, porque para los principiantes hay muchas cosas escritas; la otra, porque en ello hablo con V. R. por su mandado, a la cual Nuestro Señor ha hecho merced de haberla sacado de esos principios y llevándola más adentro de el seno de su amor divino. Y así espero que, aunque se escriben aquí algunos puntos de Teología y Escolástica acerca de el trato interior de el alma con su Dios, no será en vano haber hablado algo a lo puro de el espíritu en tal manera, pues aunque a V. R. le falte el ejercicio de Teología escolástica, con que se entienden las verdades divinas, no la falta el de la mística, que se sabe por amor, en que no solamente se saben, mas juntamente se gustan.

4 / Y porque lo que dijere -lo cual quiero sujetar al mejor juicio, y totalmente al de la Santa Madre Iglesia- haga más fe, no pienso afirmar cosa de mío, fiándome de experiencia que por mí haya pasado, ni de lo que en otras personas espirituales haya conocido o de ellas oído (aunque de lo uno y de lo otro me pienso aprovechar), sin que con autoridades de la Escritura divina vaya confirmado y declarado, a lo menos en lo que pareciere más dificultoso de entender. En las cuales llevaré este estilo, que primero las pondré (la sentencia de su latín) y luego las declaraciones al propósito de lo que se trajeren. Y pondré primero juntas todas las Canciones, y luego por su orden iré poniendo cada una de por sí para habella de declarar; de las cuales declararé cada verso poniéndole al principio de su declaración, etc.


CANCIONES ENTRE EL ALMA Y EL ESPOSO

ESPOSA

1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas, al otero,
si por ventura vierdes
aquel que ya más quiero
decidle que adolezco, pero y muero.

3. Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.


PREGUNTA A LAS CRIATURAS

4. ¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado;
oh prado de verduras
de flores esmaltado;
decid si por vosotros ha pasado!


RESPUESTA DE LAS CRIATURAS

5. Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.


ESPOSA

6. ¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero.
No quieras enviarme
de hoy más ya mensajero;
que no saben decirme lo que quiero.

7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

8. Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

9. ¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

11. ¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

12. Apártalos, Amado
que voy de vuelo.


ESPOSO

                       Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.


ESPOSA

13. Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.

14. La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

15. Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.

16. A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino
al toque de centella,
al adobado vino;
emisiones de bálsamo divino.

17. En la interior bodega
de mi Amado viví, y cuando salía
por toda aquesta vega
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.

18. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.

19. Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio.
Ya no guardo ganado
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.

20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.

21. De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas,
y en un cabello mío entretejidas.

22. En sólo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirásteme en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

23. Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.

24. No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.

25. Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no aparezca nadie en la montiña.

26. Deténte, cierzo muerto;
ven, austro que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores
y pacerá el Amado entre las flores.


ESPOSO

27. Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

28. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

29. A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores;

30. Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
por que la esposa duerma más seguro.


ESPOSA

31. ¡Oh, ninfas de Judea!;
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales
y no queráis tocar nuestros umbrales.

32. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.


ESPOSO

33. La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado;
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.

34. En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su Querido,
también en soledad de amor herido.


ESPOSA

35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte u al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.

37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías,
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.

38. El aspirar del aire,
el canto de la dulce Philomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.

39. Que nadie lo miraba…
Aminadab tampoco parecía:
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

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