domingo

LOS RECOVECOS DE MANUEL MIGUEL (39) - Desbocada reinvención de la vida de Manuel Espínola Gómez



Hugo Giovanetti Viola

Primera edición: Caracol al Galope, 1999.
Primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes, 2016.


DÉCIMA PUERTA: INTERRUPCIONES (2)

El detective estaciona su Renault Fregate unos metros más debajo de la puerta del museo y enseguida distinguimos a Manolo regando la pequeña escalinata con una botella de litro y medio.

-La mantiene siempre mojada para que no se le instalen los bichicomes -le explico al detective. -A veces se le duermen allí.

El viejito y el Viejo se saludan como si fueran remotos compinches del quartier latin y yo aprovecho para sugerir que a don Isabelino le gustaría vichar el lugar del museo. Manolo acepta, resoplando un poco.

-Estas cosas que ve desparramadas de aquí hasta el fondo estaban amontonadas en el último cuarto -explico al bajar al subsuelo que mide media cuadra de largo. -Hubo que desalojarlas a lomo porque en agosto se atrabancaron las cañerías y podrían estropearse.

-La mitad de las cosas ya están medio jodidas -se friega la melena Manolo y vuelve a enjarrar los codos contra sus laderas elefantiásicas. -Pero algunas se podrían exponer en un saloncito de allá arriba, digo yo. Si llega a haber museo.

El subsuelo parece un pedazo de feria de Tristán Narvaja trasladado a una emulsión nocturnal donde apenas periven los objetos atesorados por el Viejo en el taller de Avenida Brasil durante dieciséis años -y sobre después de aceptar una jugosísima oferta por Cresponarios de la media tarde y Serenísimo paisaje encabezado y llegar a comprar lotes enteros de remates casi sin revisarlos.

-Yo considero que nada de lo humano tiene desperdicio. NADA -pone cara de estar empujando un camión con la mano Manolo. -Yo me resisto a eso.

-¿Y pudieron averiguar por qué se taparon las cañerías, al final? -saca a relucir la pipa Isabelino Pena.

-No. A lo mejor fue una rata con cría que se pudrió en el caño y lo taponeó.

-Mientras no haya sido la paloma del Espíritu Santo va a haber museo, mi amigo. No se preocupe -camina hacia el fondo el detective, y de golpe empieza sacudir sísmicamente su gran nariz grumosa.

-Pero che -me zamarrea un hombro el Viejo. -¿Vos sabés que yo nunca sentí estornudar a nadie con tanto jedor a whisky? Ustedes dos deben ser parientes muy directos de Empédocles, loco.

-Nosotros somos de las milicias de la redención -retruca Isabelino Pena, apelotonando un pañuelo muy poco católico. -Something Special, maestro.

Y al acercarnos a las dos puertas que enfrentan la escalera del fondo me adelanto y explico con voz de cicerone:

-El primer cuarto era la caja fuerte del banco. Ahí está metido el grueso de la obra que Manolo donó al Estado.

Entonces el viejito levanta una cabeza de muñeca que corona una Remington gliptodóntica y estornuda-pregunta en tres tandas flemosas:

-¿Pero cómo puede ser que todo este cachivacherío estuviera metido en el último cuarto? ¿La falta de humedad que tiene una caja fuerte bancaria es la misma que necesita el depósito de un museo? ¿Me permite echarle una brevísima ojeada al interior de los cubículos, don Manolo?

-Salud, salud y NO!!!! -mofletea desmelenadamente el Viejo. -Déjese de joder. Además tengo un huésped en el cuarto del fondo. Un esquizofrénico azul -no un mamado de mierda- que me estaba esperando empapado hasta los huesos cuando volví del billar.

-Yo conocí esquizos amarillos, violetas y verdes -me hace la seña del dos el detective, y besa la cabeza de la muñeca y vuelve a depositarla en el carromato. -Pero azules jamás. Bueno, a lo mejor Van Gogh-

-¿Así que no me creéis, zoquete? -se hincha de hombros y cejas Manolo. -Pues ya comprobaréis lo que de vero os he hablado, cerdos empedoclianos. ¿Y si por ventura os contara lo que soñé antenoche también ignorarían las perlas de mi punción subacuática?

-Eso es distinto -me río ya sin burlarme.

-SOÑÉ CON OJOS DE PLATA!!!! -me hace erizar Manolo. -¿Se acuerdan de la chambre 22, botijas?

No me atrevo a mirar al detective, pero escucho el castañetear de sus dientes sobre la pipa.

-¿Pero saben dónde estaba ese bicho tan divino? -entristece como un chiquilín el Viejo. -EN MI CAJA FUERTE. Y TENÍA UNA PALOMA EN LA MANO Y LE CAÍAN DOS LÁGRIMAS ROJAS COMO RUBÍES!!!! Y NO PODÍA SALIR!!!!

-Dios -dice el detective.

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