domingo

LA GUERRA Y LA PAZ (2) - RICARDO AROCENA


Reflexiones sobre Hiroshima, Nagasaki, la UNESCO, la ONU, la carrera armamentista, las armas nucleares, la guerra y la paz

CON OBAMA O SIN OBAMA…

En la actualidad, la globalización del capital ha concebido cambios en la configuración del poder mundial, que es ejercido por una peligrosa elite erigida en los países avanzados y en particular en los EEUU, que de ser necesario no vacila en poner en riesgo la paz. Esa “oligarquía global”, que dirige una gigantesca esfera económica, integrada por los bancos, las multinacionales, los fondos de pensión y las instituciones financieras, está atrás de muchos de los conflictos bélicos de la actualidad.  

Entre los operativos “delicados” impulsados por el ex Presidente Obama, y que bien podría alimentar una resbaladiza carrera armamentista, está el despliegue del sistema de defensa antimisiles en Corea del Sur, conocido por su sigla en inglés THAAD (Terminal High Altitude Area Defense System), que generó malestar con Rusia y China. Pero además, el Consejo de Relaciones Exteriores de EEUU informó que sólo en 2016 Obama lanzó 26.171 bombas. “Es decir, 72 cada día.  Bombardeó a los más pobres de la Tierra Afganistán, Libia, Yemen, Somalia, Siria, Irak, Pakistán”, comenta el periodista John Pilger.  

“Bajo Obama, los EEUU extendieron las operaciones de “fuerzas especiales” a 138 países, el 70% de la población mundial. El primer Presidente Afroamericano lanzó lo que equivalía a una invasión a gran escala de África. Reminiscente del Gran Reparto de África de fines del XIX, el Comando Africano de los EEUU (Africom) ha construido una red de peticionarios y suplicantes entre los regímenes africanos colaboracionistas, ávidos de sobornos y armas estadounidenses”. 

El periodista Francesc Casadó, por su parte apuntaba en el Portal Rebelión que “Otros escenarios posibles de crisis nuclear serían: los mares de China, donde el gigante rojo mantiene disputas territoriales sobre algunas islas con Japón y Filipinas, tensión que va en aumento por lo que EE.UU. ha decidido enviar sus portaaviones para defender los intereses de sus "aliados" asiáticos; y el conflicto entre India y Pakistán por la región de Cachemira, ambas son potencias nucleares. La República Islámica del Pakistán fue cuna de Al Qaeda, organización paramilitar anticomunista y La India, país donde convive budismo e hinduismo, es miembro del BRICS, manteniendo importantes acuerdos bilaterales con China y Rusia”.

Aunque fue escrito hace más de cien años por uno de los teóricos hoy “innombrables” para los censores de la posmodernidad, el texto que sigue, que fue realizado en los inicios de la primera guerra mundial, mantiene total vigencia: “El aumento de los armamentos, la exacerbación extrema de la lucha por los mercados (…) debían conducir inevitablemente y han conducido a esta guerra. Anexionar tierras y sojuzgar naciones extranjeras, arruinar a la nación competidora, saquear sus riquezas, desviar la atención de las masas trabajadoras de las crisis políticas internas (…); he ahí el único contenido real, el significado y el sentido de la guerra presente”. 

En suma nada muy distinto a lo que ocurre en la actualidad, los países avanzados mantienen su propensión a la violencia y la intervención. Solamente 6 países, todos ellos nuclearizados,  son responsables del 75% de la producción mundial de armas convencionales, es decir cada vez que se compran 4 armas en el mundo, 3 de estas fueron producidas en Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido, Alemania o Francia.  Casi todos estos países son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en otras palabras: los 5 países más poderosos del órgano de la ONU encargado de mantener la paz en el mundo son también los proveedores de armas con las que los conflictos armados se llevan a cabo. Lo que está claro es que no puede encontrarse un remedio desde donde vino la peste, en otras palabras para comprender muchos conflictos, hay que empezar por analizar ciclópeos intereses que se benefician con la venta de su producción.


LA ESTRATEGIA BÉLICA

La carrera armamentista comenzó con la construcción en los años 50 de bombarderos estratégicos, siguió en los 60 con los misiles balísticos intercontinentales con base en tierra y programas de construcción de bombarderos atómicos con misiles balísticos, continuó en los 70 con la construcción de misiles estratégicos capaces de alcanzar objetivos independientes de forma simultánea. Inmediatamente después comenzaron a construirse “misiles cruceros” nucleares de gran alcance con base en tierra, mar y aire y en 1981 comenzó la producción en gran escala de la bomba de neutrones.

Al terminar su mandato, en 1961, en su discurso de despedida, el presidente de los EEUU Dwight Eisenhower al pueblo americano, denunció que la carrera armamentista había conformado dentro del país un “complejo militar industrial”, que tenía presencia “en todas las ciudades, en las dos cámaras legislativas, en todos los organismos del gobierno federal, con una influencia excesiva que “continuará existiendo”.

De acuerdo a investigaciones del Congreso realizadas por entonces, centenares de empresas de ese “complejo” eran beneficiarias de las tres cuartas partes del dinero destinado por EEUU al armamento y empleaban a más de 1400 militares retirados con grado superior al de comandante, entre ellos 260 generales y almirantes.

A partir de la consagración de las políticas de “equilibrio nuclear”, de acuerdo a los analistas, nacen dos estrategias opuestas, la primera denominada “anti fuerza”, estaba basada en el supuesto de que la guerra termonuclear podía ganarse o perderse igual que la convencional y que solamente eran objetivos bélicos los medios ofensivos del enemigo, no sus ciudades. Por otro lado estaban los que sostenían que el emplazamiento de las rampas de lanzamiento de misiles cerca de las metrópolis, junto con la capacidad de destrucción de las armas termonucleares y las posibilidades de error a la hora del lanzamiento, anulaban completamente las diferencias entre objetivos civiles o militares, por lo que con una defensa civil y refugios antiatómicos adecuados, en el caso de una guerra, las bajas norteamericanas podían no superar “los treinta millones”. (!!!)

Enfrentadas a estas posturas emergió la “disuasión limitada anti ciudad”, que sostenía que ganar o perder una guerra termonuclear carece de sentido, por lo que un conflicto de este tipo debería evitarse, para lo cual había que “aumentar el terror” a que ocurriera. La estrategia anti ciudad solamente consideraba como objetivos los centros de población, por lo que las ciudades se transformarían en rehenes, en otras palabras los defensores de esta alternativa partían de que como ninguno estaba capacitado para destruir al otro, procurarían no lanzar un ataque nuclear. Esta estrategia también era conocida como la “teoría de la disuasión limitada”, por un lado porque para infringir al enemigo numerosas bajas civiles hacía necesaria una capacidad nuclear relativamente reducida, pero también porque para ser eficaz, exigía una limitación en la fabricación de armas nucleares.

Desde que las armas nucleares fueron creadas hubo, incluso dentro de los propios centros de poder, algunas voces sensatas que las cuestionaron, como por ejemplo John Mc Cloy, ex consejero del presidente de los EEUU, que a los inicios de los 60 manifestó: “cabe preguntarse si el cerebro humano puede abarcar todos los problemas relacionados con esos ingenios, incluso en época de paz. No es inverosímil que nos causemos algún destrozo con uno de ellos.

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