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LOS “TRUCS” DEL PERFECTO CUENTISTA Y OTROS ESCRITOS (13) - HORACIO QUIROGA


Aspectos del modernismo*

El pensamiento, al igual que el sentimiento, evoluciona con los tiempos y las épocas. Bajo el imperio de un cerebro poderoso, pero desequilibrado, la idea deja de ser severa para ser brillante. Ilumina más de lo que enseña, deslumbra más de lo que ilumina. Llega coloreada a lo interno, pasando a través de la imaginación.

Las generaciones desarrolladas en ese medio, obran y reaccionan conforme a esa tendencia que el Genio imprime a un siglo entero.

En nuestras edades, el pensamiento bucea siempre, mina siempre la verdad, pero más a menudo vuela. Y esta repetida elevación de cabeza nos sume en constante vértigo. Acabamos por deslumbrarnos, prefiriendo un golpe de alas a un golpe de piqueta; la reverberación de una imagen a la serenidad del aforismo.

Somos más artistas que pensadores, gustamos más de un sofisma resplandeciente que de una verdad fríamente expuesta.

Nuestra imaginación hiperestesiada, incapaz a veces de absorber una sencilla sentencia, llega a la más grande exageración sensitiva, a las concepciones más simbolistas, delicuescentes, coloristas, decadentes -fiel resultado de una consunción nerviosa, irritada y pruritada a través de los siglos por el abuso que de nuestras emociones han hecho los genios artísticos; y, en los últimos tiempos, por una exagerada resurrección del aticismo.

Hemos degenerado en vigor, pero hemos sutilizado nuestra delicadeza. Preferimos los matices combinados y de efecto, al blanco, que ilumina plenamente.

Estamos gastados, pero a manera de diamante.

La imaginación es nuestra fuerza, y la quintaesencia, el motivo y fin de la literatura moderna.

La reflexión se esconde en un símbolo, como un poema en unos puntos suspensivos. Las metáforas claras y abiertas se resuelven en absurdos gramaticales, donde solamente nuestra inervación refinada puede hallar un estrechamiento estético.

La literatura no declina: evoluciona. Y evoluciona con nosotros, con nuestro modo de ver, de pensar y de sentir. Reprensible y bastarda en otras épocas, es lógica en nuestro tiempo. Es hija de nuestro siglo, y acusarla es como acusar al lobo de que es hijo de lobo. No culpemos a nadie.

Literatura de los degenerados, este es el justo nombre que se ha pretendido convertir en culpa.

¿Quién no ha perdido el equilibrio, quién cree conservar la pureza del tipo fisiológico?

El sentido común da paso al sentido refinado, que es el de los elegidos, de los que han abierto la carrera al Modernismo, y que pronto será el de la masa mediana por la precipitada extenuación de nuestro sistema nervioso.


Notas

(*) Publicado en Revista del Salto, Salto, año 1, nº 5, 9 de octubre de 1899.

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