sábado

HUASIPUNGO (2) - RICARDO AROCENA -


Algunas cuestiones sobre las ciencias sociales latinoamericanas, el desarrollo, el subdesarrollo y la dependencia (*)

2. El fin de las utopías

Para ser exactos, habría que decir que semejante operativo de desmantelamiento y sustitución de corrientes políticas, económicas, sociológicas, culturales, etc., no comenzó con el fin de la guerra fría, ni mucho menos. Allá por el solsticio de 1979, irrumpen en Chantilli (Francia), los denominados "nuevos filósofos", que arremeten contra gran parte del pensamiento de avanzada, que desde el fondo de los tiempos había expresado la humanidad.

No es ésta una apreciación personal: Alain de Benoist, uno de los más conspicuos representantes de la crema ideológica francesa, entendía que las nuevas propuestas consistían en "considerar la diversidad del mundo y, por consiguiente, las desigualdades relativas que produce, como un bien, y la homogeinización progresiva de ese mundo, preconizada y llevada a cabo por el discurso bimilenario de la ideología igualitaria, como un mal".

"A mis ojos, pues, el enemigo no es la ´izquierda´ o ´el comunismo´, ni siquiera la subversión, sino simplemente esa ideología igualitaria cuyas formulaciones religiosas o laicas, metafísicas o pretendidamente ´científicas´, han florecido sin cesar desde hace dos mil años (...)".

Conviene aclarar que no estamos ante un parte militar tan propio de aquella época por estas latitudes, ni ante las confesiones del inefable Almirante Márquez, tampoco ante el discurso de algún personaje de alguna novela de Carpentier. Los dichos de Alain de Benoist fueron complementados por gran parte de la "intelligentsia" europea, entre la que estaba el académico Thierry Maulnier, el Director del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres, Hans J. Eysenk y más de un millar de intelectuales reunidos en el Palacio de los Congresos de Francia, en torno al tema "Las ilusiones de la igualdad".

Analizando la irrupción del nuevo pensamiento conservador, el sociólogo Agustín Cueva se preguntaba: "¿Qué resta como alternativa filosófica después de esta depuración radical de la historia? Bien poco. Quizás ni siquiera la bimilenaria idea de hombre: ´no hay un hombre en sí, sino tan solo culturas con sus características y leyes propias´. Quedan, pues, las famosas ´culturas´ con sus diferencias y desigualdades supuestamente irreductibles, que en su darwiniana lucha ´motivan relaciones de fuerza cuyo producto es el devenir histórico´. A buen entendedor, pocas palabras: trátase de una forma refinada de racismo de proyección imperialista, junto al cual la socio biología, que es su pareja anglosajona, no pasa de ser una versión tosca y vulgar".

"Ni tan nuevos ni tan filósofos", diría Ernesto Sábato. Expresaban un brusco viraje de la intelectualidad europea (de tanta incidencia en la nuestra), hacia posturas reaccionarias. Así, como ilustraba por entonces la revista brasileña Veja, antiguos conservadores y nuevos ex izquierdistas, encontraban un camino en común: "Un último desplegado, en noviembre pasado, reunió a todos en forma casi caricatural: desde la pareja Sartre-Simone de Beauvoir hasta la actriz de cine y actual defensora militante de las focas chicas, Brigitte Bardot. Desde... (sigue la larga lista). Agregaba Veja: "Hubo, sin embargo, una diferencia importantísima: el desplegado no era, como antaño, a favor de la revolución en Viet Nam, sino en contra".

(*) El presente trabajo fue realizado hace más de una década para que sirviera como ayudamemoria de una ponencia realizada en un marco académico. Mucho ha cambiado nuestro continente desde aquel entonces, pero por considerar que lo sustancial del contenido continúa vigente decidimos publicarlo para que sirva como aporte para la discusión sobre el particular momento histórico por el que transitamos.

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