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TABARÉ CARDOZO “SOY UN MURGUERO CON DISTORSIÓN”




Por Belén Fourmento (5 / 5 / 2016)

Tabaré Cardozo se reconoce, obligado por la profesión, como un tipo nocturno al que estar cambiando los horarios de la vida lo complica un poco. Si siempre pudiera trabajar de noche (una prueba de sonido empieza a media tarde, el show sobre las 21:00 y luego viene el bajarse de ese nivel de adrenalina), estaría mucho más cómodo que alternando días de levantarse muy tarde con otros de madrugar.
 Pero esa es una de las pocas cosas malas que le encuentra a este trabajo de músico y de integrante de una murga, Agarrate Catalina, la que lidera con sus hermanos. El resto es por demás gratificante: le gusta eso de crear un mundo, el de las canciones o los espectáculos, y poder vivir ahí adentro con libertad.
Un nuevo mundo suyo es el que llevará mañana y el sábado al escenario principal del Teatro Solís: el mundo de Malandra, su último disco solista, que editó en 2014 y que tendrá ahora una presentación formal en Montevideo, con todo el entusiasmo.

Con Malandra, que tocará junto a la Catalina, Cardozo volvió a lo que hacía de adolescente: canciones más rockeras, que no se desprenden de la murga que lo ha marcado al punto de que aún hoy, tras recorrer un camino de idas y vueltas, se sigue reconociendo murguista.

Malandra está "superensayado", dice, gracias a toda la actividad que tuvo el año pasado en Argentina, donde hizo giras largas y experimentó esta difícil tarea de poner a la Catalina, en su totalidad, como un coro a su servicio. Salió bien, quedaron todos satisfechos y ahora vienen a repetir esa historia al Solís, lugar en el que Cardozo no se presenta como solista hace unos largos seis años. El entusiasmo está, las ganas están y las canciones también, prontas para sonar en vivo.


¿Qué te ha dejado la experiencia de poner a una murga entera como coro?

Fue bastante complicado logísticamente, porque tener 20 micrófonos abiertos, conviviendo con una banda, hace que el sonidista se vuelva loco. Pero por eso venimos trabajando con el mismo equipo y está buenísimo. Además, que sea con la Catalina está bueno porque el conocimiento del material humano es grande.
Y cambiar de rol les permite no cansarse tanto. En la murga, cuando hacés de director, estás al frente pero de espaldas al público, y casi no cantás.

No tengo prácticamente participación vocal, sólo cuando falta algún compañero. Pero si está toda la barra solamente toco la guitarra atrás y dirijo la presentación y la retirada. Eso me sirve mucho como ejercicio artístico; yo soy el director, el arreglador coral, y el encargado de repartir los solos, y a mí mismo no me doy cosas porque trato de preservar ese rol y por tranquilidad mía: cuando tengo que ser el frontman y atraer la atención es un grado de responsabilidad diferente a cuando sos director de la murga.


¿Qué tan exigente sos dirigiendo tu propio proyecto?

Hago prácticamente todo yo. Tengo un desgaste mayor en giras porque lo de atender prensa recae en mí, y tengo que acomodarme para tener un horario diurno. Si no, trato de tener un horario nocturno que es el más adecuado para estar mejor a la hora del show. Vos terminás de tocar a las 00:00, saludás a la gente, te bañás, vas a comer, y cuando querés acordar son las 04:00 y tenés que bajar la adrenalina. Hasta las 06:00 no me duermo.

¿Te acostumbrás a eso?

Es muy difícil. Si yo siempre me acostara a las 07:00 y me levantara a las 14:00 perfecto, vas al revés del horario de la gente pero le agarrás el ritmo. Pero no es así, va cambiando. Si mañana tengo que ir a un programa matutino, tengo que levantarme a las 08:00 para tener la cara desinflada a las 09:00. Esa es la parte mala de este trabajo, una de las malas.

¿Y las otras cuáles son?

Lo que decía John Lennon, que mi hermano Yamandú lo decía y después nos enteramos que a Lennon se le había ocurrido 40 años atrás. Nuestra vida pasa mientras nosotros no estamos, más o menos así. Olvidate de ir a cumpleaños, me perdí casamientos de mis mejores amigos; a mí por suerte no me tocó, pero a compañeros les pasó de estar de gira y que falleciera su mamá o su papá, y eso es durísimo.
¿Qué compensa todo eso?

Tener un trabajo que es maravilloso, en el que hacés lo que te gusta con la libertad de poder imaginar un mundo paralelo y vivir ahí. Vos te imaginás una cosa en tu casa con la guitarra en la mano, y después la está cantando el público.


Hace un año y medio que editaste Malandra, disco del que en su momento se habló mucho, porque era distinto a lo que venías haciendo. ¿Cómo te sentís ahora con el disco?

Bien, la gente lo asimiló mejor de lo que imaginaba; yo tenía miedo de que fuera demasiado abrupto el pasaje de la murga canción al rock murguero, pero después me puse a ver que en todos los discos tengo dos o tres canciones de rock murguero. Por eso creo que marcamos esta presentación tan lejos: necesitaba el visto bueno de la sociedad.
Se dice que sos un bicho raro del carnaval. ¿Crees que encajás en el ambiente rockero?

Si me viera de afuera, más allá de mi historia, predilección y gustos, igual sigo siendo un murguista para la gente. La gente me conoció en ese lugar y no reniego de eso. Me parece que dentro del carnaval, más allá de lo circunstancial y los rivales, nadie discute que soy murguista. Pero en el rock de repente no siento pertenencia a esa familia, no tan naturalmente. Más bien soy un murguero con distorsión en sus canciones. Pero te diría que tengo mejor relación con mis colegas músicos, no del rock sino en general, porque no está esa competencia. Siento que pertenezco a la familia del carnaval, pero soy más querido afuera.
Cuando volví a escuchar Malandra me di cuenta que en realidad no era tan diferente a lo anterior. La murga está.

Claro, creo que es el único disco en que la murga está presente en todas las canciones. En otros discos había llegado a hacer valsecitos peruanos, rumbas, más canción de autor que de género.
¿Donde te sentís más cómodo, al menos ahora?

Ahora en la murga rock, estoy pasando por esa frecuencia emocional, volviendo a cuando tenía mis primeras bandas. El otro día me puse a buscar grabaciones y encontré de las primeras bandas de rock, cuando tenía 14 años. Y te digo que hay alguna canción que hasta está buena, moderna. La letra es muy elemental y hasta es graciosa, pero las melodías están buenas. Mi hermano me decía: "esa letra la podrías cantar y no pasarías vergüenza".

¿Por qué volviste a ese lugar?


No sé, sentía hace tiempo esa necesidad. Los estilos musicales representan diferentes estados de ánimo y se ve que la película de mi vida que estoy viendo me llevó ahí.


La murga tiene esa cosa de fiesta pero también de nostalgia, y el rock se emparenta más con el enojo, con sacar para afuera. ¿Hay algo de eso?

¿La rebeldía? Puede ser sí. Estoy en un período de cambio estructural en cuanto a mis convicciones, capaz. Como sociedad mundial estamos viviendo un momento de derribar dogmas, y capaz eso necesita ese tipo de sonido, las cosas que tengo para decir necesitan esa energía.

Doble show para un mismo disco.


Tabaré Cardozo presentará formalmente su disco Malandra en el Teatro Solís, un escenario en el que no actúa como solista desde hace seis años. Esta vez, igual, no estará tan solo: lo acompañará su banda y la murga Agarrate Catalina, que oficiará de coro.

Los recitales serán mañana y el sábado a partir de las 21:00, en la sala principal del Solís. Quedan las últimas entradas en venta en boleterías del teatro y en Tickantel, y cuestan entre $ 250 y $ 800.
Si bien las canciones de Malandra tendrán prioridad, Cardozo repasará los clásicos de su carrera y no dejar de lado los temas que el público quiere escuchar. "Hay temas que me encantan pero quedan afuera", reconoce.


Compositor constante y de ideas que se vuelan.


Todavía no está pensando en un próximo disco, pero Tabaré Cardozo compone siempre que tiene tiempo, inclusive en giras si el tiempo se lo permite. Más bien apunta ideas, que después pueden desarrollarse en canciones, cuplés o cuentos. "Pero me olvido muy rápido, tengo la memoria muy frágil", dice hablando de cómo es en esa faceta que también hace a su trabajo cotidiano.
"A veces estoy durmiendo, me viene una idea, la registro, y después la proceso con el tiempo. A mí me pasa que tengo que atrapar las ideas porque son muy volátiles", cuenta Cardozo. En ese sentido agrega: "A veces te agarra la inspiración en un momento que no es adecuado, pero cuando viene tenés que seguirle el tren".

Lo que estás componiendo ahora, si va para un primer disco, ¿sigue la línea de la murga rock?

Lo que pasa es que la frecuencia emocional sería algo así como el clima, y el estado anímico el estado del tiempo. El clima es más estable y esto lo tomo así, como que cada canción que hago tiene un estado anímico más circunstancial, y un disco podría verse como algo más panorámico.

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