martes

NOCHE OSCURA (16) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CAPÍTULO 10

Del modo que se han de haber estos en esta “Noche oscura”

1 / En el tiempo, pues, de las sequedades de esta Noche sensitiva -en la cual hace Dios el trueque que habemos dicho arriba, sacando el alma de la vida del sentido a la del espíritu, que es de la meditación a contemplación, donde ya no hay poder obrar ni discurrir en las cosas de Dios el alma con sus potencias, como queda dicho-, padecen los espirituales grandes penas, no tanto por las sequedades que padecen como por el recelo que tienen de que van perdidos en el camino, pensando que se les ha sacado el bien espiritual y que los ha dejado Dios, pues no hallan arrimo ninguno ni gusto ninguno con cosa buena. Entonces se fatigan, y procuran (como lo ha habido en costumbre) arrimar con algún gusto las potencias a algún objeto de discurso, pensando ellos que, cuando no hacen esto y se sienten obrar, no se hace nada. Lo cual hacen no sin harta desgana y repugnancia interior del alma, que gustaba estarse en aquella quietud y ocio, sin obrar con las potencias. En lo cual, estragándose en lo uno, no aprovechan en lo otro; porque, para buscar espíritu, pierden el espíritu que tenían de tranquilidad y paz. Y así, son semejantes al que deja lo hecho para volver a hacer, o al que se sale de la ciudad para volver a entrar en ella, o al que deja la caza que tiene para volver a andar a la caza. Y esto en esta parte es excusado, porque no hallará nada ya por aquel primer estilo de proceder, como queda dicho.

2 / Estos, en este tiempo, si no hay quien los entienda, vuelven atrás, dejando el camino o aflojando, o a lo menos se estorban de ir adelante, por las muchas diligencias que ponen de ir por el primer camino de meditación y discurso, fatigando y trabajando demasiadamente el natural, imaginando que queda por su negligencia o pecados. Lo cual les es excusado, porque los lleva ya Dios por otro camino, que es de contemplación, diferentísimo del primero; porque el uno es el de meditación y discurso, y el otro no cae en imaginación ni discurso.

3 / Los que de esta manera se vieren, conviéneles que se consuelen perseverando en paciencia, no teniendo pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo y recto corazón le buscan, ni les dejará de dar lo necesario para el camino, hasta llevarlos a la clara y pura luz de amor que les dará por medio de la otra Noche oscura del espíritu, si merecieren que Dios les ponga en ella.

4 / El estilo que han de tener en esta del sentido es que no se den nada por el discurso y meditación, pues ya no es tiempo de eso; sino que dejen estar el alma en sosiego y quietud, aunque les parezca claro que no hacen nada y que pierden tiempo, y aunque les parezca que en su flojedad no tienen gana de pensar allí nada, que harto harán en tener paciencia en perseverar en la oración sin hacer ellos nada. Sólo lo que aquí han de hacer es dejar el alma libre y desembarazada y descansada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cuidado allí de qué pensamientos meditarán, contentándose sólo con una advertencia amorosa y sosegada en Dios, y estar sin cuidado y sin eficacia, y sin gana de gustarle o de sentirle; porque todas estas pretensiones desquietan y distraen al alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplación que aquí se da.

5 / Aunque más escrúpulos se le vengan de que pierde tiempo y que sería bueno hacer otra cosa, pues en la oración no se puede hacer ni pensar nada, súfrase y estese sosegado, como que no va allí más que a estarse a su placer y anchura de espíritu; porque, si de suyo quiere algo obrar con las potencias interiores, será estorbar y perder los bienes que Dios por medio de aquella paz y ocio del alma está asentando e imprimiendo en ella; bien así como si algún pintor estuviera pintando o alcoholando un rostro, que, si el rostro se menease en querer hacer algo, no dejaría hacer nada al pintor y deturbaría lo que estaba haciendo. Y así, cuando el alma se quiere estar en paz y ocio interior, cualquiera operación o afección o advertencia que ella quiera entonces le distraerá y desquietará y hará sentir la sequedad y el vacío del sentido, porque, cuanto más pretendiere tener algún arrimo de afecto y noticia, tanto más sentirá la falta de la cual no puede ya ser suplida por aquella vía.

6 / De donde a esta tal alma le conviene no hacer aquí caso que se le pierdan las operaciones de las potencias; antes ha de gustar que se le pierdan presto, porque, no estorbando la operación de la contemplación infusa, que va Dios dando, con más abundancia pacífica la reciba, y dé lugar a que arda y se encienda en el espíritu el amor que esta oscura y secreta contemplación trae consigo y pega al alma. Porque la contemplación no es otra cosa que infusión secreta, pacífica y amorosa de Dios, que, si la dan lugar, inflama al alma en espíritu de amor; según ella da a entender en el verso siguiente, es a saber:


con ansias, en amores inflamada,

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