sábado

GASTON BACHELARD - LAUTRÉAMONT (54)


VI. EL COMPLEJO DE LAUTRÉAMONT

I (2)

Solamente introduciendo esta paradoja se puede reconocer al genio como leyenda natural, como una naturaleza que se expresa. Si la originalidad es poderosa, el complejo es enérgico, imperioso, dominante: dirige al hombre, produce la obra. Si la originalidad es pobre, el complejo es larvario, facticio, vacilante. De cualquier manera la originalidad no puede analizarse enteramente en el plano intelectual. Solamente el complejo es el que puede proporcionar la medida mecánica de la originalidad.

Así pues, la crítica literaria ganaría al profundizar en la psicología de los complejos. Se vería entonces llevada a plantear de otro modo el problema de las influencias, el problema de la imitación. Para ello, tendría que reemplazar la lectura por una transferencia en el sentido psicoanalítico de la palabra. La simpatía se queda como comunión demasiado vaga, no modifica las almas que une. De hecho, no podemos comprender claramente más que por una especie de inducción psíquica, excitando o moderando sincrónicamente los impulsos. Sólo puedo comprender un alma transformando la mía, “como uno transforma su mano poniéndola en otra”. (1) Una comunión real necesariamente es temporal. Es discursiva. En la vida pasional, que es la vida cotidiana, sólo podemos comprendernos activando los mismos complejos. En la vida filosófica, sonriente y serena, desengañada o dolorosa, sólo podemos comprendernos reduciendo, juntos, los mismos complejos, disminuyendo todas las tensiones, abjurando de la vida.

Si no se toma en cuenta ese doble sentido de variación, es que no se comprende el carácter esencialmente dinámico de la psicología de los complejos. Sólo se comprende un complejo por vía de activación y de reducción.


Notas

(1) Paul Eluard, Donner à voir, p. 45.

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