El resto no es silencio / Enrique / y tú lo sabes.
La palabra golpeada en su yunque en su sombra
ecos de voces vivas de alaridos o quejas
o llantos o susurros. De solos de violín o lluvias.
Lo demás no es silencio ni en esta noche del sur
montevideana en la que solo escribo solamente
para decir tu nombre hermano de la vida
y las palabras peleando tu luz contra el olvido.
Con tu paso cansado pero andando sobrevolando
insomnios o baldíos. Resaca de la costa marinera
dibujando tus versos de madera o de humo
de viejos mostradores de bares o almacenes
con caballos alados escapados de viejas calesitas
bajo ese cono azul interior muy íntimo o secreto
con aire de bandoneones mejor dicho de fueyes
asmáticos tristísimos oliendo al orín interior
de tus paisajes esos sueños amarillos como copas
como papeles viejos con nombres de mujeres
de cabellos difusos como el color del río como
mar.
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