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EL DURO DESEO DE DURAR (LA CANCIÓN MÁS PERFECTA DE BUCEO INVISIBLE)



(si tiene problemas para visualizar el video, recorte y pegue en el navegador el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=44ZnBuuLLfI )

H. G. V.


Ya hace por lo menos dos semanas que anda circulando el primer corte del próximo disco de Buceo Invisible, El pan de los locos, y vale la pena adelantarse a dedicarle una paginita a esta mega-canción titulada Para siempre.

El colectivo define a Para siempre como el deseo de tener una fotografía viva, orgánica, una captura imposible, un poema, un dispositivo que al recordar nos encienda desde adentro.

Y yo agregaría, rotundamente, que esta es la primera vez en la historia de nuestra música popular que una banda logra redondear un tema de primer nivel mundial que puede sostenerse al lado de quien quieras, desde los Beatles hasta los Redondos.

Se lo vengo haciendo escuchar todos los días a gente de toda edad y puedo asegurar que Para siempre marca un insólito punto de inflexión en lo que se refiere a la potencia atrapante del touch hipnotizador (que es muy distinto al éxito ganchero).

La autoría de la canción corresponde a Diego Presa, el solista de Buceo Invisible, y el dispositivo arreglístico construye una tensión habitual en los trabajos del colectivo, aunque esta vez irradiando un ámbito de festividad y una vocación de eternidad conjuntos que logran capturar la tonada inasible (para hablarlo en Silvio Rodríguez) del misterio esencial que nos enciende a todos.

Todavía no escuchamos El pan de los locos completo, pero podemos asegurar que este primer corte alcanza para festejar la irrupción de una dialéctica más alta en la evolución purificadora de nuestra cultura artística.

¿Pero por qué?

Porque la obsesividad minimalista de Presa aparece encuadrada en un crescendo colorístico de gracia puntillista que nos entronca con esos todopoderosos soplos de felicidad cotidiana que debemos construir con una fe de hormigas, si queremos conectarnos con el tesoro interior del universo entero.

Y esto sólo se consigue entregándose en cuerpo y alma a esa pulsión que Paul Eluard definió insuperablemente como el duro deseo de durar.

Lo demás es de palo.

Me consta, por otra parte, que Buceo Invisible lleva casi dos décadas intentando incrustar el calado de la gran poesía en la balada rockera dentro de un panorama tontovideano capaz de desalentar a cualquiera (y alcanzaría con recordar futboleramente al respecto el paupérrimo y calamitoso espectaculito montado para la entrega de los últimos Premios Graffiti) pero también impregnada por referentes como el de Joaquín Torres García, que justamente en estos días acaba de fecundar la Gran Manzana neoyorquina con la célebre verga de su Sudamérica invertida.

Y el que no quiera creer que estos son buenos tiempos para la potenciación del ejército de luciérnagas que nos viene sedando la reseca intemperie espiritual desde que los orientales decidieron en el Ayuí decorarse con la dignidad de libres (Artigas dixit) que escuche El pan de los locos.

¡Qué bien sé yo la Fonte que mana y corre / aunque es de noche!

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