domingo

ANA CAROLINA TEIXEIRA PINTO

foto de Madu María


(si tenés problemas para visualizar el video, recortá y ègá en el navegador el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=M0cRJ_6PAy0 )

UNA VIAJERA-CONTEMPLADORA-INVESTIGADORA DE LA INVISIBLE 
INMACULACIÓN ONETTIANA

Ana Carolina Teixeira Pinto es profesora de Literatura Hispánica en la Universidade Federal da Fronteira Sul (UFFS), PR, Brasil. Actualmente está concluyendo su doctorado en Literatura en la Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC), con el proyecto Dejemos hablar al viento: Una lectura crítica del corpus (narrativa) de Juan Carlos Onetti, bajo la supervisión de la Directora de Tesis Liliana Reales y el codirector de tesis Hebert Benítez Pezzolano. Integra el Núcleo Juan Carlos Onetti de Estudos Literários Latino-americanos (*) y es miembro del Grupo de Investigación Trânsitos Literarios y el Grupo de Investigación Ensino de Lingua e Literatura de la UFFS.

Anali Mattar escribió su primer poema a la edad de seis años, motivada por el libro Ou isto ou aquilo, de Cecília Meireles. A los 15 compone y edita Jovens demais, su primer libro de poemas. Teatralizó y dirigió varias obras para niños. Es fundadora y directora del grupo de teatro La broma, 2011. En 2012 coordinó el Proyecto Lerelena, blog de creación poética inspirados en poemas de la poeta Helena Kolody (http://miragemnocaminho.blogspot.com.br/). También desarrolla trabajos en el área audiovisual. 


¿Podrías definir qué fue lo que te enamoró de la obra de Juan Carlos Onetti?

Empecé a leer Onetti en 2002 en una clase de literatura hispánica en la Universidade Federal de Santa Catarina, que dictaba Liliana Reales, mi actual directora de tesis. Liliana recién había terminado su tesis sobre la obra de Onetti y venía "empapada" de su literatura, de modo que me contagió.

Me enamoré de inmediato por la borrosidad de la narrativa onettiana, por la existencia permanente de la duda como única certeza. Por la certeza de la no certeza, que a mí me parece lo más cercano la realidad. El cuento Jabón, en mí opinión, puede ser leído como un resumen de su obra, la frescura del jabón y su olor que oculta el sexo de Ello es donde se muestra o se oculta la clave de la narrativa onettiana.

Otro elemento fundamental que me atrapa es su efecto imagético. Es increíble lo fílmica que es la narrativa de Onetti, hecha de fotogramas que se transforman en escenas y secuencias, y así como en una película, el corte y montaje es esencial. Como en las pinturas de Goya, La maja vestida La maja desnuda, lo que no se muestra es quizá más importante de lo que se muestra.

¿Cuándo se produjo el clic que te hizo rastrear tan minuciosamente el paralelismo biográfico y expresivo que existe entre la obra de Juan Carlos Onetti y el pintor irlandés Francis Bacon (*)?


El clic fue inmediato cuando vi la pintura de Bacon por primera vez. Las imágenes borroneadas de las telas de Bacon son muy onettianas. La manera cómo la figura humana es aislada en la tela, y cómo los movimientos son diseminados entre las tres telas de los trípticos, en una forma nada clichétodo eso lo leí de golpe como la tríada Brausen-Arce-Diaz Grey en La vida breve Frieda-Gurisa-Juanina en Dejemos hablar al viento. O sea, es la transfiguración de los personajes que son siempre otros y a la vez los  mismos. Pero cuando miré el grito del papa de Bacon, encontré más que al papa del personaje Medina, miré la pintura secreta de Onetti, miré la pintura de la ola perfecta, tan buscada por Medina y Cristiani, la cresta de blancura sucia que lo diría todo (...) la franja que nos muestra para engañarnos.

El paralelismo biográfico vino después, por una vena detetivesca que tengo. Siempre me intereso por entrelazar las cosas en el tiempo y en el espacio y a veces esa dicha alimenta mi imaginación.

¿Por qué elegiste el asedio de los manuscritos de Dejemos hablar al viento como tema vertebral de tu apasionada tesis crítica?

Desde mis primeras lecturas de la narrativa onettiana sentí esa necesidad de investigar el entrecruzamiento de sus textos con los de otros autores, como les pasa a todos los que empiezan a leer OnettiBusqué Onetti en Shakespeare, Dostoievski, Kafka, Céline y Faulkner, hasta que me encontré con el propio Onetti intertextualizándose a sí mismo, y entonces ya me pareció mucho más interesante buscar Onetti en Onetti. Por eso llegué a DHVque es sin duda la más autoreferencial de las novelas onettianas, y ahí estaba Medina, la pintura en exceso y los cuestionamientos sobre el arteque me mueven mucho. Todo eso lo trabajé en la disertación de mi maestría, Autocitaçâo em Juan Carlos Onetti (*) de 2007 Así que en 2009, en un simposio que organizó en Florianópolis el Núcleo Onetti de Estudos Literários Latino-americanos (Os anos de Onetti na Espana), Ana Inés Larre Borges, luego de escuchar mi ponencia, me preguntó si me interesaría investigar los manuscritos de DHVque hasta aquel momento no habían sido estudiados, de modo que ya no había otro camino.

¿Cuál es la necesidad existencial que te obsesiona en la búsqueda de una purificación de los moldes culturales convencionales que puede terminar convirtiéndose en la explosión de un grito-contorno horriblemente amoroso, como la ola perfecta (donde todas las inmaculaciones se re-pliegan entre un lomo de inexorable pudrición) que intenta pintar el personaje onettiano Medina, tan asombrosamente emparentado con Bacon?

Ayer, bajo el viento helado de la noche montevideana, un tipo treintañero, de gorra gris y manos en los bolsillos, me dijo sin excitación: “Acá no hay misterios, somos verdaderos y hablamos de verdad”. Y de inmediato sus palabras me transportaron a la conversación de Cristiani y Medina en DHV. Era como si el tipo de la gorra gris la estuviese preguntando a Medina:

-Usted que pinta, señor. Por qué no hace cuadros para mostrarle el peligro de las bombas atómicas... Quiero decir que la gente habla mucho, pero ni siquiera lo imagina. En lugar de balas, hidrógeno.

A Cristiani prefería leer la intención en la pintura, buscar un compromiso político, el studium. El personaje representa al lector que busca en una pintura cliché sus certezas, así como le pasaba al tipo de ayer, que estaba seguro de poder ver la claridad del ser humano. Pero Medina, pacientemente, intenta ampliar los horizontes de Cristiani, destacando su duda en las certezas.

-Tiene razón, Cristiani, sería bueno, sería mejor. Pero la humanidad no va a mirar mis cuadros. Esté seguro. Y es posible que después de las bombas empiece el paraíso. Sin embargo, usted y yo andamos en lo mismo. Hay que pensarlo.

¿Cómo tener certezas de las consecuencias de una bomba? Sí, tengo la obesión por la búsqueda, ya no la tengo por las respuestas. Mucho de “travesía rosiana”, una travesía muy a la Grande sertâo veredas, muy llena de jabón, fotos borrosas y tiempo diseminado en la montaña mágica.

Por último, en DHV, Medina sugiere que ambos, al igual que todas las personas, tienen la misma responsabilidad de creación. Y le hace una invitación a Cristiani: “Pinte usted también”, así como Larsen invita al propio Medina:

-Está escritonada más. Pruebas no hay. Así que le repito: haga lo mismo, Tírese en la cama, invente usted también. Fabríquese la Santa María que más le guste, miente, sueñe personas y cosas, sucedidos.

En tiempos de Facebook, la obsesión fue trasladada al culto de sí y la overdose del cliché que nos invita más que nunca a confrontar la estética onettiana con la Bacon. Imagínense lo emocionante que sería encontrar el grito borroso del papa o la monja vestida o la ola perfecta. Tan emocionante como no ver el sexo de Ello.

¿Pensás que se puede construir, a nivel crítico, la coexistencia de un studium cultural y un punctum transgresor (para hablarlo en Barthes) sin recurrir a un lenguaje y una estructura tan ficcionales como los del mismo texto literario escalpelado?

La crítica pide y debe ser tan creativa como el texto literario, por lo que a mí sólo me interesa una crítica literalizada.

¿Cómo trabajaste, oculta bajo tu heterónimo de Anali Mattar, el cortometraje inspirado en Tierra de nadie, que apela precisamente a la necesidad de encontrar una entrelínea o pliegue salvífico dentro de una rutina terrenal y espiritual poluida por el avance de la indiferencia moral denunciada en la novela?

No sé si se podría decir que el cortometraje Entrelineas fue inspirado en Tierra de nadieLo que hubo fue un diálogo entre la percepción de una rutina enamorada de la ciudad de Florianópolis y una rutina enamorada de la narrativa de Onetti. Claro que hay una inmensidad de relaciones que podríamos establecer entre la indiferencia moral en Tierra de nadie y la existente en Brasil hoy día. Pero no vamos tan lejos, prefiero pensar en una relación artística. Por ejemplo, el personaje Aránzuru busca la isla de Faruru para su refugio creativo, y yo, después de cuatro años viviendo en el interior del país, en una ciudad llamada Realeza y dando clases de literatura hispánica en la Universidade Federal da Fronteira Sul, regresé ahora este año a mi Faruru, la isla de Florianópolis, para crear y terminar mi tesis sobre Onetti. En mi búsqueda de la ola perfecta, encuentro la institucionalización de la polución en la Avenida Beira Mar Norte, lugar en el que viví grande parte de mi vida, y eso también me impulsa a continuar buscando. El resto está en el corto y es mejor no explicar, que cada uno vea su ola en eso.

Tu asedio audiovisual a la interpretación del desolado universo onettiano recurre a los contrastes colorísticos y rítmicos con una voluntad de depuración digna de las texturas sanmarianas. Pero la viajera-contempladora-investigadora del relato parece tener fe en la aparición de una ventana que la sumerja en otra dimensión del paisaje tangible. ¿Qué te hace falta para completar una esperanza plena en el triunfo trascendente de tu búsqueda?

Me encantan los colores y la iluminación. La iluminación es tan importante en la narrativa escrita como en la audiovisual, y eso sí me inspira, la trama visual en Onetti que, sumada a su tiempo, a su ritmo, crea una atmósfera alargada, en otra dimensión. Pero dudo que yo pueda acercarme a esa dimensión. Aránzuru al despedirse de Rolanda dice:

“En fin… Me voy a dedicar a inventarte. ¿Me entendés? Imaginar quién sos. Pensá un poco. Todos estos días juntos, piel con piel. Pero cada uno está preso en sí mismo y… Todo el resto es ilusión”.

Si miro por la ventana en verdad intento mirar hacia afuera de mí misma y eso es difícil, pero no imposible. ¿Qué falta? Quizá falta encontrar al viejo que inventó Faruru, el embalsamador de pájaros, a mí me gustaría trabajar en eso y vivir en esa dimensión. Y cuando en alguna calle de Montevideo encuentre el tipo de gorra gris le diré las mismas palabras que Mauricio le dijo a Llarvi en Tierra de nadie: “Fíjese que hay siempre más belleza en la verdad” y agregaría: “Pero la verdad está llena de misterios. Tome un poco más de grog, y se va a reponer de la debilidad de creer en la realidad”.

En definitiva, tal vez lo que me hace falta es poder abrazar al universo y sentir, como Magdalena Tomillo en Morir con Aparicio, que “la vida está ganada”.

Onetti amaba casi ferozmente la vida pero jamás pudo terminar de superar a la angustia que le provocaban tanto el deterioro físico como el absurdo existencial, que sólo podían ser sobrevolados desde una especie de pureza todopoderosa, como lo expresa uno de los personajes de Juntacadáveres. ¿Le tenés fe a la gracia de vuelo de tu pureza?

Bueno, no sé lo que sería superar a la angustia, pero si eso significara parar de escribir, mejor vivir con ella o sobre ella. Yo insisto en que tengo más fe en la búsqueda que en la respuesta. Tengo fe en la pureza de la creatividad: creo que siempre se puede ser como un niño que busca el mejor escondrijo para un tesoro que siente que es suyo y original. Ahí está la pureza todopoderosa, en el sentimiento de originalidad que tiene un niño al nombrar su juguete secreto. En la última película de Godard, Adiós al lenguaje, los personajes de la pareja protagonista miran a dos niños jugando dados y califican a ese momento como una "escena de la felicidad". Sí, todavía soy una niña que juega dados con niños y también con Mallarmé. Sí, todavía soy una niña que siente su originalidad al nombrar el cortometraje Entrelineas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Maravilloso! La influencia del culto a la duda presente en la obra de Onetti es clara en la obra de Anali, tanto en sus obras de teatro como en sus poemas. Y quizá esta influencia se queda tanbién en sus nuevas aventuras en el audiovisual.

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