domingo

6 POEMAS DE JUAN CUNHA (1910 – 1985)


I / A mi espalda

El que fui vuelve llorando, y no hay manera
De aplacar su pena sola.
El que fui viene llorando: es sólo un niño
Que no puede con la tarde.

Le diría que se vaya,
Que ya no tengo más aquellas láminas
Con paisajes, donde una luz de atardecer duraba;
Donde pasaba un ángel con un aro.

Mas no tengo valor para volverme.
Él me toca en el hombro, y se detiene
Alelado: no comprende; y llora aún más.
Cómo arreglarme un rostro yo para enfrentarlo.

Y se queda. Y reincide. Y calla luego.
(La luz, final, vacila; sale la brisa; algo tiembla)
Cuando no es más que un niño desvalido
Y solo, que no puede con la tarde.


(de Niño solo, 1956)


II

-Madre: yo tenía poncho;
Golilla, y ancho sombrero.

-Y tenía botas altas.
Y tus espuelas de fierro.

-Y tenía un caballo blanco
Con los cuatro cascos negros.

-Partías, con la mañana;
Con la tarde, tu regreso.

-Te dije adiós. Era el alba.
-Hijo. Y es noche. Y no has vuelto.


(de Cancionero de pena y luna, 1953)


III

Daba la tarde su sonancia tarda
O un no sé qué o más bien un aire ausente
Cuando ya es triste y triste y dulcemente
Digo cuando regresa sola y parda

Cuando ya nadie y nada nos aguarda
Dime por qué tan dulce y tristemente
Viene a apoyar su luz en mí o su frente
Más cuando la nostalgia me acobarda

Viene o se va su paso apenas suena
Siempre me da sin duda tanta pena
Y realmente no sé ni qué la diga

Debo reconocer que es oportuna
Que es bella ya lo dije y con su luna
Y no voy a negar que sea mi amiga


(de A eso de la tarde, 1961)



IV

Canto: aquí te agradezco tu tarea;
Que con su tesonera compañía,
Redondeamos, aquí, nuestra odisea.

Has dicho, bien o mal, lo que sentía
Mi pecho, y lo que el pulso me dictaba;
Y lo que en cada arteria me latía.

Eso que por las sienes me rondaba,
Y me tuvo febril, y apresurado:
La deuda que mi tierra me cobraba:

La que yo ni un minuto había olvidado:
Mas tuve que aguardar que se cumpliera
Mi tiempo, el de cumplir con lo pactado.

Y no dejar que al paso nos saliera,
Puntualísima sombra comedida
Que el campo nos ganara, delantera.

Pero al fin decidimos la partida;
Y si hallamos más de un inconveniente
Lo afrontó nuestra mano, decidida.

Nos asistió la luz con su aliciente.
Por las limpias llanuras galopamos;
Junto a trigales altos, finalmente.

Nos enfrentamos, lindo, con los amos:
Canto, con qué llaneza, las verdades
Que se merecen, francos, les cantamos.

Y si soñamos, fue con realidades.


(de Sueño y retorno de un campesino, 1951)


V

Hay una lluvia un silencio
y todavía hay un álamo
y la palabra madre que se empeña
en remontar los años.

Qué madrugada asoma
con frescor mágico
al solo silbo
de un pájaro.

Lo tengo y no lo tengo
eso sí tan a mano
y es mío en todo caso
el nítido relámpago.


(de Enveses y otros reveses, México, 1981)


VI / Del mapa de mi infancia

Es un verde de campo a flor de trébol
Que no es lo mismo decir de tréboles en flor
Mejor un verdor de lámina y temblor
Y yo parado enmedio muchachito feliz

Fue lejos y hace mucho pero heme hoy y allí
Pues estoy recordando echado en la distancia
En una lejanía tal de espacios y de tiempos
Que estoy como el que escucha recostado en el suelo
Un paso de jinetes durante muchas leguas

Y es un verde tan tierno que me parece ver
Que es él que lame la mansedumbre de unas vacas
Y no la lengua de éstas sumergidas en él

Es lejos y hace tiempo pero es un verde fiel



(de Tierra perdida, 1959)

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