domingo

JESÚS DE PUNTA DEL ESTE (3) - HUGO GIOVANETTI VIOLA


(primera edición: Grupo Lector Universo 1995 / primera edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes 2015)


9 / FEDERICA

La productora del programa televisivo Verano Desnudo llamó por el portero eléctrico de Casamar, una mansión mamarrachesca despeñada hacia el océano en una sucesión concéntrica de pasadizos y terrazas que coronaban amerengadamente el extremo sur de la península. Ojalá que ande lúcido. El Rey la hizo pasar enseguida y la mujer ya cincuentona avanzó desplegando el espejismo de una hermosura adolescente que jamás la doró. Lo encuentro desayunando con bloody-mary para templarse el pulso y poder pintarse las uñas: le alcanzo el Suplemento Puntaesteño de La Farándula y digo:

-Te destronaron, loca.

El hombre era un derrumbe de pelo color salmón con un gran mechón blanco y bigotes chaplinescos.

-Jesús de Punta del Este -vicha divertido la portada. -¿Y yo qué tengo que ver con este man divino?

-Leé el reportaje.

El hombre devoró la página central fabricando trompitas de complicidad o disgusto y de golpe bajó la cara y lloró y se babeó como si alguien hubiera abierto una llave de paso.

-Tranquilo, Rey -le arranco el suplemento y me sirvo un Vodka 7. -La que tendría que estar moqueando soy yo, ¿entendés? Yo fui la que me jugué por él en la televisión cuando la dictadura no lo dejaba actuar y le conseguí representante y filmé hasta un video considerándolo un mito viviente. Y ahora canta en un quilombo de Maldonado y nos escupe a todos.

El Rey resucitó como si alguien lo hubiese sacudido con hilos desde el techo, aunque no se secó ni siquiera el bigote.

-Pablo Regusci. Claro -vacía el bloody-mary chorreándose el mentón. -Ese es el hermano guitarrista de Jesusito. Un genio: yo lo vi en Nueva York. Supongo que lo escuchaste tocar.

-Lo conozco de nombre.

-Dejame de joder. ¿Y me vas a decir que tampoco escuchaste tocar a Álvaro Pierri? Son uruguayos, che.

-Ese también me suena.

-Entonces tiene razón Jesusito, amorosa: la provincia oriental es un asco. Además me encanta eso que dice de que en Punta del Este los uruguayos ponen el SET y nosotros el JET.

-Pero también sugiere que no hay un solo músico de raza en Punta del Este.

El Rey preparó trabajosamente otra copa color sangre y dijo:

-Eso es verdad, también. Yo ya fui.

-No me jodas.

-NO JODO. Ahora soy un empresario y compré Casamar y voy a trasformarme en EL REY DE LAS FIESTAS NUDISTAS. ¿No te sirve?

-A vos también te sirve. Ya me sacaste un toco por la exclusividad.

-Callate, judía podrida. Yo vi cómo gozabas cuando dejaste chantas a los otros canales. Aunque nunca hayas podido gozar a Jesusito. Cada vez que lo nombro se te asoma la lengua, golosa.

-Puto podrido.

-Pero yo escribí unas cuantas canciones con magia. Y tus videos son basura de freezer.

Entonces dejo el vaso y recojo el suplemento para irme, pero la viscosidad de Johnny me recuerda relampagueantemente una escena de Polanski y la idea sale sola:

-¿Te interesaría contratar al Maestro para que cante desnudo en Casamar, Rey Mago?

El hombre se acarició la melena-medusa y advirtió:

-¿Lo decís por el chiste que hace Jesusito al final del reportaje? Estás soñando, Herodías. Además no conviene darles mucha entrada a los santos porque a la larga dicen la verdad. Y después aprontate para el terremoto.



10 / MIGUEL

El padre Miguel estaba terminando de leer con una lupa el Suplemento Puntaesteño cuando sonó el timbre de la sacristía. No puede ser. El macizo hombre calvo avanzó por el corredor con soltura y cautela, y no preguntó nada antes de abrir. Lo reconozco enseguida por un olor indefinido al vino barato y al sudor agrio del Getsemaní.

-Buenas tardes, padre -explicó el hombre flaco de ojos y dientes verdes. -Soy Leonardo Regusci. Vengo todos los domingos a su misa nocturna, aunque nunca comulgué.

-Ya lo sé.

-Y hoy quisiera tener la absolución del Adviento, aunque no puedo comulgar porque soy casado por iglesia y ni siquiera me divorcié.

-No importa.

Dejo que me dé el brazo para llegar hasta el escritorio donde escondí el pasquín y murmuro:

-Todavía leo muy bien con lupa. Pero en la misa prefiero evangelizar de memoria para no parecerme al Inspector Cluzeau. Sentate.

-Cluzeau era el primer seudónimo que usaba ese periodista que me reporteó a traición.

-¿A traición?

-Sí. Compró a un pibe de la banda para que nos grabara mientras conversábamos en el prostíbulo. Es el sistema que usan.

-¿Y no vas a defenderte?

-No. Porque todo lo que dije es verdad. Y cuando me mostraron el diario tuve la sensación de que las páginas resplandecían -Leonardo agitó una mano entre el polvo solar. -Eso significa que el periodista y el traidor y los que aparezcan atrás están cumpliendo con la Escritura.

Y demora en especificar:

-La metáfora evangélica dice que mis canciones y las de mis discípulos tienen que volar por esta costa como polvo de oro. Polvo sembrado por mis antepasados para la glorificación del Espíritu Santo.


El cura levantó su mirada venosa y de grandes cristalinos hacia el ventanal por donde empezaba a colarse el escándalo de la plaza. Veo cruzar una paloma y lo puedo creer, aunque ya hace mucho tiempo (desde que se me terminaron de volar las chapas) que me doy el lujo de prescindir absolutamente de los milagros.

-Pero necesitás mi absolución -sonrió el hombre casi ciego.

-Sí, padre. Ojalá me equivoque, pero siento que van a liquidarme muy pronto.

Entonces finjo carraspear y digo:

-Me parece que ha llegado el momento de abrir el Torres que me regalaron el año pasado. ¿No lo sacarías de la biblioteca que esta atrás tuyo?

El padre Miguel brindó por el Adviento y después del primer sorbo atacó:

-Perdón, pero no tengo más remedio que preguntarte si creés que van a liquidarte de verdad.

Y me siento un fariseo.

-Sí -contestó Leonardo con un azulamiento de la mirada que acusó la llegada de un trago exagerado de cognac a un estómago vacío. -Soy un tullido psíquico, Miguel. Vivo parado arriba de un solo pie en la punta de una montaña y cuando la dictadura me prohibió cantar traté de suicidarme. Dos veces. Ahora me siento enamorado de la cruz que me elijan. Siento que ya cumplí.

-¿Pero quiénes van a elegirte esa cruz?

-Los de siempre. Los del mundo. Fíjese que apenas empezó a venir una cantidad importante de gente a escucharnos a lo de Mimí los escribas se pusieron a trabajar. Ahí tiene el suplemento.

-¿Pero van a matarte o qué?

-Van a terminar de enloquecerme.

-Siempre que yo te absuelva y puedas salir al ruedo, hijo. Siempre que yo te absuelva.


11 / EL CHANCHO

El periodista escuchó la primera entrada completa de la Banda del Pez. Son increíbles, los guachos: una mezcla perfecta de la milonga el rock el canto popu el tango la bossa y lo que se te ocurra pero con unas letras que te hacen venir ganas de pensar en tu vida sin ponerte nostálgico. El pequeño local donde actuaba la banda era una especie de café-concert / galpón con velas en las mesas y adornado solamente por una red de pesca. Y el público no es merza que venga nada más que a chupar y cojer, porque hay un alto porcentaje de gurisas prolijas y melómanos high. El Chancho se acercó a la mesa de los músicos y le dio un abrazo a Leonardo Regusci. Ahora tiene menos cara de loco que en Montevideo, pero es como si estuviera filmando una película dirigida por Cristo o algo así.

-Lástima el vino lija -contestó el periodista cuando lo invitaron a sentarse. -Pero están haciendo roncha en Maldonado y en toda la península, che. ¿Qué te parece si te hago un reportaje aquí, en pleno quilombo?

Los muchachos y las muchachas de la banda parecen entusiasmarse, pero el Maestro murmura:

-No vale la pena. Vos siempre trabajaste para los diarios esquemáticos. Y la gente esquemática entiende solamente lo que quiere entender.

-Entonces vos fuiste un gran esquemático, también.

-Claro. ¿No trabajamos juntos en el órgano del Partido? ¿Te acordás cuando me dabas órdenes de reportear a Zitarrosa y hacerlo hablar mal de Wilson y yo volvía contentísimo porque sentía que estábamos contribuyendo al avance del proceso revolucionario?

El Chancho observó un momento al primer guitarrista, un mulato que escondía los ojos y se esponjaba el jopo sintiéndose Elvis Presley. Ya nos está grabando.

-Te noto cambiadísimo, Maestro -se sacó toda la camisa para afuera el hombrón y pidió otra jarra por señas.

-No creas. No cambié tanto. Sólo que ahora entiendo las profecías de Dostoievski y de mi tío-bisabuelo Sabino Regusci, que fueron más o menos contemporáneos.

-¿Tu tío-bisabuelo era escritor?

-No del todo. Fue un santo carolino. Y aunque sea famoso y el otro no (aunque también es importante reconocer que Dostoievski no fue ningún santo) profetizaron complementariamente el derrumbe de las filosofías asesinas de Dios y la reivindicación de la escritura eterna.

No se puede creer.

-¿Y eso qué vendría a ser? ¿La Biblia?

-Escribimos la historia de Dios cada vez que tocamos un alma con amor: con la Biblia o sin la Biblia. Lo demás es basura -Leonardo se sirvió vino y abrió una sonrisa musgosa entre la flotación agitada de las velas. -¿Dónde está el Hombre Nuevo, camaradas? Si hubiera sido por ustedes habríamos desaparecido de la tierra sin un grano de fe!!!! Hasta en los basurales más asquerosos del capitalismo se tolera la espada de la fe!!!! Y el Anticristo no nos preparó un Fhürer disfrazado de ángel de luz: fue Stalin el que se disfrazó de ángel de luz!!!! Y ese es el peor disfraz de Satanás. Ya lo advirtió San Pablo.

Esto es peligroso de veras: los pibes de la banda (incluido el pardo) lo escuchan con respeto.

-No me digas que te volviste católico -se pañueleó los lentes el Chancho, entornando la desnudez azul de su miopía. -Aunque cristiano siempre fuiste. ¿Te acordás cómo jodías para que investigáramos las relaciones teóricas entre el marxismo y el cristianismo?

-Todo el mundo se equivoca. Y peca. Yo me emperré en decir que había amor fecundante en un partido que en definitiva perseguía a Jesús.

-Eso no es verdad, loco.

-Es así. O mejor dicho: fue así, porque ahora la llamada izquierda (donde hubo una total predominancia del materialismo dogmático) tiene una plataforma pragmática más o menos coincidente con las de los partidos tradicionales. Cualquiera lo reconoce.

-¿Pero por qué decís que perseguíamos a Jesús?

-Porque Jesús no es un profeta cualquiera. Es una representación humana de Dios. Y a Dios se lo ama o se lo odia (a Dios o al Espíritu de la verdad que el maestro dejo en representación suya): no es cuestión de creer o no creer. Y la mayoría de nuestros dirigentes ninguneaba olímpicamente (y ni siquiera toleraba filosóficamente) a Jesús. Por más que le prestaran atención a los cristianos en los documentos sobre política de alianzas. Pero en el fondo nos trataban igual que a los chiquilines que todavía creen en los Reyes. Vos lo debés saber mucho mejor que yo.

Entonces no tengo más remedio que pedir permiso para ir al baño igual que un guacho del liceo.


12 / LEONARDO

Apenas el Papalote desaparece siento que alguien me llama desde lo alto y reconozco perfectamente los bigotazos y el porte de Sabino: está parado sobre la azotea de la Torre del Vigía y hace señas pidiéndome que suba.

-Salud -dijo Leonardo, jadeando por la ascensión hecha de cuatro en cuatro escalones. -¿Qué hacés aquí?

-Equilibrio. Como siempre. Subite aquí y vas a ver lo que es bueno, sobrino.

-Pará: yo vivo haciendo equilibrio mental, que es otra cosa.

-Es lo mismo. Mirá cómo se ve Punta del Este desde la montaña. ¿No es una maravilla?

-Desde aquí se distingue bien. Y además sé muy bien que no es ninguna maravilla.

Pero tuerzo la cabeza para ver titilar el arco quilométrico de la península incrustada en el mar-cielo y recuerdo la transfiguración de mi Padre.

-¿Alguna vez sentiste que ibas a terminar en un manicomio? -preguntó Leonardo.

-No me acuerdo.

-¿Pero te diste cuenta que estabas loco o no?

-De lo que me di cuenta desde chico es que la mayoría de la gente vive en plena locura: adoran los billetes los coches las mansiones las orgías o el alcohol o la fama o la guerra. Eso sí es estar loco.

-Pero no los encierran.

-No los encierran cuando no les toca.

Y me mira con las orejas mefistofélicamente recortadas sobre el raso celeste y murmura:

-Tené cuidado cuando predicás. No nombres tanto a Dios que vas a perder la gracia. Y no hay mago que pueda tocarle el alma a nadie si no saca la paloma invisible de la galera, sobrino.

-Ya sé.

-Y además tené mucho cuidado con ir papagayeando lo que dicen los curas. Los curas son los curas. Y vos sos vos.

Leonardo se agachó fregándose la melena y dijo:

-País de mierda. Si les hablás del diablo te escuchan como si nada, pero si les hablás de Dios tuercen el pescuezo y comentan que va a llover.

-Pero si te encorvás y dejás que los encandile el Faro del Sol Eterno que te sopla por la nuca los cazás como a liebres. Yo nunca busqué a Dios.

-Pero lo encontraste.

-Sí.

-Tengo mucho miedo, tío.

-¿De que? ¿De ser eterno?

Y Sabino me tira un beso y se va volando con los brazos estirados igual que Superman.

-SALUD!!!! -aulló Leonardo.

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