domingo

ARTURO DÁVILA -´EL NEOBARROCO SIN LÁGRIMAS (16)


Los estudios sobre Mallarmé, por otro lado, habían conocido una edición parcial en Buenos Aires en los años 30, bajo el título de Mallarmé entre nosotros, y una postrera en 1955, en México. Reyes, sin embargo, no redactó el libro como figuraba en el plan original y dejó su esquema, a su muerte, inconcluso, entre los papeles de su escritorio. José Luis Martínez, lo compiló de manera completa, siguiendo las notas de Reyes, en el tomo XXV de las Obras Completas, editado en 1991. Martínez aventura una explicación para esclarecer su carácter de libro ‘inconcluso’, y señala que, en uno de los últimos estudios de Reyes, “Mallarmé a distancia de medio siglo”, escrito hacia 1946, él mismo nos da una razón. Al comentar las Obras Completas de Mallarmé, en la edición de Pléiade de 1945, así como algunos estudios de Henri Mendor y de otros eruditos, sobre la obra del poeta francés, Reyes tomó conciencia de que sus ensayos habían sido superados: “Las notas que vengo reuniendo desde hace varios lustros -escribió- nunca pasarán de ser unas Analecta desordenadas”, y por eso no me he decidido a imprimirlas” (cit. en Martínez 1990: 10). Triste reflexión del regiomontano, al darse cuenta que no podía competir contra la crítica francesa que se ocupaba mejor de Mallarmé que él. Un proyecto que lo apasionó toda la vida terminó, así, en “un libro frustrado”, que sólo compilaron los herederos de su obra.

¿Qué está pasando? ¿No será esta, acaso, la sombra de incompletez que se proyecta sobre toda la obra de Reyes: unas Analecta desordenadas a las que el polígrafo quiere dar orden, sin nunca lograrlo cabalmente? Y sus Editores del Fondo de Cultura Económica, Ernesto Mejía Sánchez, José Luis Martínez, su nieta Alicia Reyes, y los epígonos que siguen resumiendo y publicando sus papeles manuscritos, ¿acaso no continúan simplemente pegoteando artículos y ensayos, tratando de poner en orden ese desorden? ¿No se trata ya, de las Sobras Completas de Reyes, como lo sugirió con gran sarcasmo José Joaquín Blanco (134)? Tal vez sea verdad, y estemos asistiendo a una némesis literaria contra Reyes, que resume el refrán popular: “el que mucho abarca, poco aprieta”. Pero la pregunta sigue en el aire, ¿por qué sus ensayos, tanto los de Góngora como los de Mallarmé, fueron “superados”, ya fuera por Dámaso Alonso el primero, o por la insuperable edición de La Pléiade, el segundo? ¿Y mejor, qué significa eso? Me parece que la cuestión va más a fondo. Hay que remontarse a los principios y “deslindarlos”, como pediría el mismo Reyes.

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