miércoles

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



CIENTOTRIGESIMOSEXTA ENTREGA
CAPÍTULO 14


La segunda fase: El desmembramiento (6)

La hija tiene que sufrir. Me asombra lo poco que lloran las mujeres hoy en día y que, encima, lo hagan como pidiendo perdón. Me preocupa que la vergüenza o el desuso nos esté arrebatando esta función tan natural. Ser un árbol florido y húmedo es esencial, pues, de lo contrario, nos rompemos. Llorar es bueno y está bien. No resuelve el dilema, pero permite que el proceso continúe y no se interrumpa. Ahora la vida de la doncella tal y como ella la ha conocido, su comprensión de la vida hasta aquel momento, ha tocado a su fin y ella desciende a otro nivel del mundo subterráneo. Y nosotras seguimos sus huellas. Seguimos adelante a pesar de que somos vulnerables y estamos tan privadas de la protección del ego como un árbol al que le han arrancado la corteza. Pero somos poderosas, pues hemos aprendido a arrojar al demonio al otro lado del patio.

En este momento vemos que sea lo que fuere que hagamos en la vida, los planes de nuestro ego se nos escapan de las manos. Habrá un cambio en nuestra vida, un cambio muy grande cualesquiera que sean los bonitos planes que haya forjado este pequeño y temperamental director de escena para la siguiente fase.

Nuestro poderoso destino empieza a gobernar nuestra vida, no el molino, no el barrido del patio, no el sueño. Nuestra vida tal y como la conocíamos ha tocado a su fin. Queremos estar solas y quizá que nos dejen en paz. Ya no podemos confiar en la paternal cultura dominante; por primera vez estamos en pleno aprendizaje de lo que es nuestra verdadera vida. Y seguimos adelante.

Es un período en el que todo lo que valoramos pierde su alegre ritmo. Jung nos recuerda el término utilizado por Heráclito, enantiodromia, es decir, la corriente hacia atrás. Pero esta corriente hacia atrás puede ser algo más que una regresión al inconciente personal; puede ser un sincero regreso a los antiguos valores factibles, a unas ideas más hondamente sentidas (18). Si entendemos esta fase de la iniciación en la resistencia como un paso hacía atrás, conviene que también la consideremos un paso de diez leguas más hacía el profundo reino de la Mujer Salvaje.

Todo ello hace que el demonio se largue con el rabo entre las piernas. En este sentido, cuando una mujer se da cuenta de que ha perdido el contacto, su habitual manera de ver el mundo, sigue siendo poderosa gracias a la pureza de su alma y fuerte gracias a su empeño en seguir sufriendo, lo cual provoca la retirada de aquello que deseaba destruirla.

El cuerpo psíquico ha perdido sus valiosas manos, es cierto. -Pero el resto de la psique compensará la pérdida. Conservamos unos pies que conocen el camino, una mente espiritual que nos permite ver muy lejos, unos pechos y un vientre que sienten exactamente igual que el exótico y enigmático vientre de la diosa Baubo, que es el símbolo de la profunda naturaleza instintiva de las mujeres y también carece de manos. Con este cuerpo incorpóreo y misterioso seguimos adelante. Estamos a punto de iniciar el siguiente descenso.


Notas

(18) Buena parte de la cultura femenina ha permanecido auténticamente enterrada durante muchos siglos y sólo tenemos una idea aproximada de lo que hay debajo. A las mujeres se les tiene que reconocer el derecho a investigar sin que las interrumpan antes de que empiecen las excavaciones arqueológicas. Se trata de vivir una vida en toda su plenitud según los propios mitos instintivos.

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